El mar de la tranquilidad | El Nuevo Siglo
Martes, 23 de Agosto de 2022

En Colombia se toma como ofensa la exclamación “tranquilícese o tranquilo/a” cuando, algunas veces, se pronuncia en espacios y situaciones, públicas o privadas, que involucran comportamientos -de obra o palabra- que afectan la dignidad humana. Pues, en no pocas ocasiones se utiliza para desconocer el sentir o decir de otra persona, de un grupo o una comunidad. De allí, por ejemplo, el rechazo a dicha exclamación, cuando es utilizada para imponer la desigualdad de género.

De otro lado, la tranquilidad es condición de la convivencia en el Estado Social de Derecho, el cual es garante de los medios propicios para que las personas disfruten de las libertades y ejerzan sus actividades en un ambiente adecuado con la dignidad humana. No obstante, que en la Constitución Política de 1991 la palabra tranquilidad no se menciona, la Corte Constitucional con buen tino en reiterada jurisprudencia ha desarrollado la doctrina, según la cual, la tranquilidad “constituye un bien jurídicamente protegido como fundamental al ser uno de los derechos inherentes a la persona humana.” (T-459/98). 

Y ahora, recién iniciado el gobierno de Gustavo Petro, después de una larga campaña electoral con amplios debates sobre muchas de sus propuestas, los gremiales económicos y algunos sectores de la opinión, así como la oposición, han salido a pedir mensajes de tranquilidad al presidente y al ministro de Hacienda, a propósito del proyecto de reforma tributaria presentado al Congreso de la República; y sobre otros temas como la transición energética, la economía productiva, la seguridad e inclusive la integración del gabinete ministerial. Lo cual, hasta cierto punto es comprensible y necesario en democracia. 

Pero a su vez resulta paradójico, puesto que como se sabe el rumbo del nuevo gobierno es el de generar cambios frente a situaciones insostenibles en muchas dimensiones de la administración pública y del papel del Estado. Ello porque el modelo de desarrollo basado solamente en el crecimiento económico no ha resultado efectivo para resolver graves problemas como la creciente desigualdad socioeconómica y la pobreza. Sin embargo, en el congreso de la ANDI y la Convención Bancaria, realizados la semana pasada con la participación del presidente Petro y del ministro Ocampo, la percepción final registrada por algunos medios de comunicación fue la de “se dio un mensaje de tranquilidad.” De acuerdo con esta experiencia, la lección sería que cambio no significa intranquilidad ni que la tranquilidad es mantener las cosas como están. Además, también es cierto que el mundo actual en muchos aspectos, sobre todo en lo económico y energético, no es que esté muy tranquilo que digamos. 

Finalmente, uno sinónimo de tranquilidad es paz. La cual, justamente es uno de los propósitos fundamentales del nuevo gobierno: la paz total, cuya ruta implica producir cambios para generar las condiciones propicias para lógrala. En este sentido, vale recordar cómo en 1969 los astronautas del frágil módulo Águila debieron cambiar, en plena maniobra de descenso, el lugar de aterrizaje al que los dirigía la computadora: un campo rocoso dentado en el Mar de la Tranquilidad en la Luna que todos suponían llano. El riesgo al aterrizar allí era máximo. Y contra el tiempo y el escaso combustible navegaron en modo manual sobre las rocas hasta ubicar una explanada segura para posarse, a la que Armstrong llamó: Base de la Tranquilidad. 

@Fer_GuzmanR