Las elecciones 2020 en Estados Unidos han sido uno de los procesos más seguidos en el mundo, tanto por el peso económico y geopolítico del país como por el papel que podría jugar ante las tensiones internacionales y la crisis ambiental a que ha llegado el planeta, y que exacerbó la pandemia. Desde la adopción por Naciones Unidas de la Agenda 2030 y el Acuerdo de París, ambos en 2015, se había logrado un pacto global fundado en la interdependencia como principio de las relaciones internacionales, así como en el desarrollo sostenible para hacer frente al cambio climático y reducir las desigualdades. Es decir, se previó que el mundo debía entrar en una fase dinámica y acelerada de fundamentales transformaciones.
Pero, en los últimos años se desdibujó el liderazgo de EU en esa dirección y se propagó una serie de controversias alrededor de los consensos globales y regionales construidos en la última década. Por ello, el resultado de estas elecciones también generó un efecto positivo en un mundo sumido en la incertidumbre, la división, la recesión económica y la pandemia.
El efecto Biden-Harris se puede ver en dos dimensiones interrelacionadas: la interna de polarización en EU, y la externa en la necesidad de consenso y trabajo conjunto entre las naciones. En esta última se resalta la revalorización de que el sistema democrático cuente con jugadores leales. Es decir, ciudadanos y partidos políticos que acaten sus reglas. Así como buenos perdedores y honestos ganadores. El juego limpio es uno de sus supuestos y justamente es lo que Biden y Harris representan hoy. Además, es un mensaje de desaprobación de la fórmula de promover la polarización política como estrategia electoral y de gobierno, pues hace inviable la convivencia democrática y por ende la estabilidad de sus instituciones.
El propósito de unir en estos tiempos es un mensaje fundamental y tiene el poder de incidir en las agendas internacionales. En este escenario se inscriben anuncios como el de recuperar el valor de la ciencia en las decisiones sobre el manejo del Covid-19, lo cual a su vez tiene el efecto de recobrar la confianza y las prioridades para hacer frente a los graves problemas que se deben enfrentar en los próximos años.
Así mismo, el efecto Biden-Harris está propiciando cambios en muchas partes; por ejemplo, la salida del polémico asesor Dominic Cummings y el posible giro en el manejo duro que quería mantener Boris Johnson sobre el Brexit en el Reino Unido. Igualmente se vislumbra un giro en las relaciones internacionales que significará volver a la mesa multilateral para tratar asuntos comunes como el cambio climático y la salida de la crisis de la pandemia, hecho que causa optimismo en la Unión Europea. En este sentido, Colombia, como otras naciones, tendrá que rehacer la tarea y tomar con responsabilidad el manejo de sus relaciones internacionales.
Los efectos deberán consolidarse, pues los riesgos subsisten. Joe Biden y Kamala Harris -demócratas moderados- tienen el reto de impulsar esta tarea que no será fácil. Por ahora se recobra la confianza en la posibilidad de una salida conjunta y en democracia a la crisis.
@Fer_GuzmanR