Sin pronósticos ni credibilidad, sino con atención fija a la realidad, se abre el nuevo año, con retos y desafíos políticos, económicos y sociales. Puede considerarse, como el más exigente en la última década.
Es agenda voluminosa. En primer lugar está el interrogante que marca elección presidencial y consolidación del Acuerdo de Paz. Dos compromisos ineludibles que comprometen a Gobierno, congreso, cortes, justicia, empresa privada y ciudadanía, para recomponer parte de la estructura nacional.
Las atípicas campañas a la presidencia tienen características de lánguido evento deportivo, sin emoción en la afición y, sin favoritos para ganar la competencia, lo que ha llevado a formar coaliciones y alianzas, con mezclas poco entendibles.
En los medios ciudadanos se vaticina el final de la carrera a la presidencia entre cuatro o cinco candidatos, sin muchos votos, jugando segunda vuelta y caminando por una cuerda de incertidumbre y desconfianza. Solo un debate abierto e imparcial permitirá conocer las cartas de juego.
El país también está llamado a caminar sobre la cuerda acrobática de la economía para no tropezar con más ensayos tributarios que hacen pesada carga, alejando inversión, producción, comercio y empleo.
El microempresario también debe contribuir, pagando en justa medida lo mínimo, sin dejarse meter miedo; una costumbre de los gobiernos, cuando inician con cambios.
Con 42 impuestos en Colombia, sumados a la estructura nacional por reformas, están gravámenes departamentales, municipales, regionales, movilización de carga a puertos y fronteras, pagos por importación y exportación y, los aplicados a automotores, en compra y venta, entre otros.
Un grupo de académicos de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional plantea, con urgencia, en juicioso estudio que el país debe cerrar la brecha entre ingresos y gasto público. “Se requiere poner en cintura a evasores ante la pérdida de $40 billones al año, por no pago de Iva e Impuesto de Renta”.
Gremios y centrales de trabajadores sugieren reordenar la economía. “No es hacer más reformas tributarias, con largo cordón de impuestos”; recuerdan cómo en el mundo la tendencia es reducirlos, en número y, en algunos casos en valores, para captar tributos, bajo Ley Penal, contra evasión.”
El remolino dejó al descubierto que no son necesarios los calificativos de pequeños, medianos y grandes empresarios; muchos pequeños y medianos, se volvieron micros, por la situación.
La calificación sería solo válida -en la Dian- al evaluar lo declarado y con ojo justiciero, precisar el valor del impuesto, del mediano hasta el grande, sin excepciones.
En la cuerda están sistema pensional, educación, salud y financiación para programas sólidos y funcionales para atender desvalidos, en voluminoso desplazamiento a centros urbanos; además crear una estrategia para reducir migración de venezolanos.
Para Colombia es el año del equilibrio económico en la cuerda floja.