Eduardo Vargas Montenegro, PhD | El Nuevo Siglo
Sábado, 29 de Agosto de 2015

“Un continuo que llevará a otros paradigmas”

ESENCIA

Integración imprescindible

 

LOS  feminismos y los machismos a la final tienen actitudes similares: excluyentes, recalcitrantes, innecesarias. Eso de creer que mujeres u hombres son superiores está mandado a recoger hace rato, pero seguimos perpetuando -muchas veces en forma inconsciente- orgullos vanos y peleas que sobran. ¿Acaso tiene sentido preguntarse cuál es mejor, si el óvulo o el espermatozoide? Hoy no lo creo, aunque comprendo que en la evolución cultural, así como en el desarrollo de los diferentes niveles de consciencia, la pregunta tuvo lugar y se dieron diferentes respuestas. Por ejemplo, desde el patriarcado que aún nos pesa, lo masculino ha sido considerado lo máximo, el modelo a seguir, tanto que se construyó la idea de un dios masculino a manera de padre. Por supuesto cada quien tiene derecho a relacionarse con lo supremo desde donde quiera y como le quiera representar. Pero, más allá de consideraciones de tipo religioso, lo cierto es que en muchas culturas aún se cree en la superioridad del hombre y sus valores.

Y llegó la reivindicación de la mujer y lo femenino, soslayado, negado, reprimido, infravalorado. Lo complicado es que esa reivindicación se inició -y sigue, infortunadamente- desde lo menos sano de lo masculino: la lucha, la confrontación, la guerra.

Es posible que haya sido un proceso necesario, pues de alguna manera había que hacer visibles a las mujeres y sus derechos, y en un mundo dominado por machos alfa era preciso convertirse en machas alfa para tener influencia. La política, las corporaciones, los negocios, las fuerzas armadas están con cada vez más mujeres machas alfa, lo cual en realidad no trae balance ni armonía, sino que perpetúa la lucha, tal vez con fachadas más amables. Es un momento en la foto de la evolución humana, ni bueno ni malo, solo un instante en un continuo que nos llevará a otros paradigmas.

Habría cambios más efectivos si reconociésemos que somos una mitad de nuestra mamá y la otra de nuestro papá. Si utilizáramos la fuerza femenina para conectar nuestras emociones y elaborarlas, cuidar de nosotros mismos y los otros, nutrir, contener… si utilizáramos la fuerza masculina para aprovechar los recursos externos, construir, crear relaciones afuera, generar riqueza… Si combináramos esas dos fuerzas, digo, que todo ser humano tiene en forma natural, podríamos cambiar aquí y ahora, cada quien en su entorno, con su nivel de influencia.  Cuando integremos esas dos energías, y de paso nos integremos en ellas, la vida será sin duda diferente.

Como falta rato para ello y los procesos de cambio son lentos, al menos empecemos por darnos cuenta cuándo nos creernos mejores por ser hombres o mujeres y reconozcamos que sin lo femenino o lo masculino simplemente no existiríamos.

@edoxvargas