Eduardo Vargas Montenegro, PhD | El Nuevo Siglo
Viernes, 10 de Julio de 2015

 

 

“Se necesita tiempo de diálogo consigo mismo”

ESENCIA

Procesos de sanación

 

UNA  de las preguntas más frecuentes que hacen las personas que llegan a mi consulta es cuánto tiempo durará el proceso de sanación. La variable tiempo es importante: el malestar lleva años, incluso décadas. El dolor puede haberse tornado en sufrimiento; la rabia, en resentimiento; el miedo, en parálisis. Sanar todo ello, si queremos que no se repita, requiere adentrarse desde lo externo hacia la estructura. Todo ello se ha ido entretejiendo a lo largo de la historia personal, con emociones hechas nudos -a veces ciegos- y desenredarlos no es tarea sencilla. Hay costos, que aunque se puedan asumir no se quiere hacerlo: emocionales, cognitivos, físicos, económicos, de espacio y de tiempo. La solución no es ya ni mágica, aunque la magia ayude.

Los consultantes quieren resultados rápidos. Lo comprendo porque también he estado en su lugar, pero no siempre sucede así: se necesita tiempo de diálogo interior, consigo mismo, con mamá y papá, los ancestros; con el niño interior herido; con el entorno familiar, laboral o social; con la idea que se tenga sobre la divinidad; con el órgano dañado, la enfermedad, que no es una maldita condición sino una oportunidad de resolver eso que todavía está pendiente. Es un proceso complejo, en el que se entremezclan emociones, historias, el cuerpo físico que somos. Es preciso atestiguar el malestar, aunque no nos gusten ni sus síntomas ni cómo luce. Negarlo, posponerlo o evadirlo nada resuelve.

Muchas personas quieren luchar contra lo que les pasa. Eso es lo que les han enseñado y lo que han aprendido: combatir, pelear, resistir como en las barracas de una guerra. Y no es peleando con las emociones como se resuelve la vida, es comprendiéndolas e integrándolas. Desde afuera puede verse como una batalla: los familiares quieren cambios ya, pero estos a veces no son tan evidentes. Las transformaciones en principio no se ven, aunque existen; los externos no saben qué pasa en el espacio privado de la terapia: especulan, se impacientan, creen que la terapia no sirve de nada. Si saben esperar -y si también deciden sanar-  verán las transformaciones y las disfrutarán. Todo se revela cuando corresponde.

Llega un momento en que termina el proceso terapéutico, bien porque ya se recuperó la armonía en la estructura o porque se está cerca de ello. Pero sigue algo más difícil: prolongar los estados sanos en medio de la cotidianidad, en medio de otros que aún no han sanado, que siguen jugando a ser víctimas o victimarios.  La paz tiene costos, la interior, la de afuera, la personal, la de todos. Como es en lo micro es en lo macro; como es adentro es afuera. Entre más rápido lo comprendamos, mejor.

@edoxvargas