La respuesta es adentro
Hechos que conmocionan a personas y sociedades ocurren todos los días, en todas las latitudes. Unos nunca trascienden sus círculos inmediatos, de otros se generan vagas referencias, mientras que otros resultan totalmente mediáticos, sin que esto corresponda necesariamente a su importancia, que resulta relativa en cada contexto y momento. Opinamos sobre esos hechos, y lo hacemos desde el lugar en el que estamos, desde las comprensiones vitales que hemos ido adquiriendo, así como desde los prejuicios que aún no acabamos de soltar.
El mundo está convulsionado y los lugares comunes son la corrupción y la violencia en todas sus manifestaciones, así como la rabia y el miedo que ellas generan. Parecemos estar de acuerdo en que las situaciones locales y globales necesitan ser transformadas para que vivamos mejor; lo que aún no logramos resolver es desde dónde hacer esas transformaciones anheladas.
Creo que las situaciones no mejoran, entre otras cosas, porque no hemos atinado a poner el foco donde corresponde. Las soluciones externas que brindamos se plantean en pareja, familia, normas sociales, consensos nacionales, pero hemos dejado de lado -casi que de manera sistemática- la estructura misma del ser humano, el interior consciente. Somos seres con luces y sombras, llamados a ensanchar cada día nuestra consciencia, esa que nos permite dar cuenta de todo lo que hacemos. Pero, la sombra hala.
Ahí radica el problema: cuando nos evadimos de nosotros mismos, de nuestra esencia, y nos dejamos arrastrar por las pasiones. Surge entonces el conductor ebrio, que antes de tomar ni se imagina que horas más tarde terminará causando muertes; o el ejecutivo joven que se deja arrastrar por la ambición y termina saqueando arcas públicas o privadas; quien se deslumbra por la belleza exterior y genera dolor con una infidelidad; o simplemente quien se deja llevar por la ira y acaba insultando a diestra y siniestra.
Es en esos momentos de verdad donde podríamos recordar nuestra conexión con la consciencia. Porque el tema no es de legislaciones más fuertes, escarnios públicos ni comparaciones odiosas. El tema es hacia adentro, pues todos estamos expuestos a desconectarnos en cualquier momento; así que no tiene sentido lanzar la primera piedra, señalar con el dedo, ni mucho menos sacar pecho. Somos compañeritos de este prekínder existencial, en el que no hay normas externas que puedan impedir la desconexión interior. Es esa conexión la que nos permitiría ser cada día un poco más conscientes y actuar en consecuencia.
Una solución estructural sería ir avanzando en el aprendizaje de la consciencia, la tarea permanente del darnos cuenta en que estamos a cada instante, haciendo cualquier cosa que hagamos. Es posible desde esa conexión tener vidas más plenas, adentro y afuera.
@edoxvargas