EDUARDO VARGAS MONTENEGRO | El Nuevo Siglo
Domingo, 16 de Junio de 2013

Relaciones para aprender

 

Las  relaciones humanas son relaciones de aprendizaje. No hay relación de la cual no podamos extraer algo que nos sirva para la vida, ya sea de aplicación inmediata o futura. Y no podría ser de otra manera, porque la vida misma es un gran espacio de aprendizaje continuo, a menos que decidamos no aprender, lo cual suele ocurrir con alguna frecuencia. Porque para aprender es necesario que salgamos de las zonas de confort, lo cual no es agradable, menos aún cuando son las personas que queremos quienes nos ponen en jaque.

Hay aprendizajes que no acaban, por lo cual las relaciones no terminan. Esto sucede entre padres e hijos, así como entre hermanos. Los vínculos no solamente son de sangre, sino que van mucho más allá. Cada día tenemos nuevas oportunidades para aprender de la sabiduría adquirida por nuestros padres, de su experiencia, de sus vivencias. Como también son seres humanos, aunque a veces por idealizarlos pasemos por alto este detalle, se equivocan, como nosotros, como todos. Por ello también podemos aprender de sus errores, para lo cual se requiere mucha sensatez y sensibilidad, pues tomar lecciones vitales de las equivocaciones ajenas no es lo más común, pese a que pueda ser sabio.

Por más diferencias que tengamos con papá y mamá, siempre serán nuestros padres y siempre seremos sus hijos. Y por más distancias que se generen, nadie puede referirse a su “ex papá” o “ex mamá” en esos términos, así como tampoco ellos podrían decirnos “ex hijos”. Y esto sucede justamente por los aprendizajes mutuos, que no se agotan; otra cosa es que a veces no los queramos ver.  Igual sucede con los hermanos, nunca “ex hermanos”.

Sin embargo, cosa distinta ocurre con las relaciones de pareja y amistad. Estas pueden terminar, y los motivos reales -más allá de diferencias que enmascaran- son básicamente dos: o ya no hay nada más que aprender mutuamente, o una de las partes decide no aprender más. La clave está en identificar cuándo es cuál, y si no se está renunciando a una posibilidad de continuar creciendo como persona, con aportes mutuos en términos de equidad. En ambos casos valdría la pena mirar si estamos evadiendo una zona de incomodidad que nos cuestiona, por lo que elegimos cerrar sin más, o si efectivamente ya no queremos aprender más, lo cual es válido, por su puesto. Porque efectivamente, ser cuestionado en pareja o amistad no es agradable, aunque a veces necesario. Y si corresponde, cerrar y agradecer, justamente.

Los encuentros con otras personas no son casuales, tienen un sentido. Si lo encontramos, podremos aprender todo lo que la vida nos quiere enseñar, y seguir avanzando en amor y consciencia.

@edoxvargas