Sin miedo a la oposición
Aunque todos los seres humanos somos especiales, a veces nos empecinamos en no darnos cuenta de ello, como también en no asumirlo. Nos suele resultar mucho más cómodo hacer parte de la masa, que exponernos a resaltar nuestra diferencia, cuando sería justamente ello lo que tendríamos que aportar al mundo: nuestra manera particular de ver la vida, de pensar, sentir y actuar. Resulta curioso observar la tendencia que tenemos a uniformarnos, a mimetizarnos. Esto ocurre no solamente con los vestidos institucionales que se convierten en una tradición y que nos identifican como pertenecientes a una comunidad (no importa que sea un blazer o un tatuaje con el nombre de la empresa en la que trabajamos), sino también con las formas de concebir la vida, que es aún más inquietante.
Por más que promovemos la diferencia, pareciese que en realidad no queremos exaltarla tanto. Claro, un miedo -bajo, moderado o alto- se puede apoderar de nosotros, y es mejor hacerse invisible, pues lo políticamente correcto es no oponerse a nada. Las “oposiciones”, sean de derecha, de izquierda, uniformadas por el rigor o uniformadas por el caos, nos llegan a parecer peligrosas, pues la mayoría de los seres humanos tenemos algún grado de resistencia al cambio, por aquello de que “más vale malo conocido, que bueno por conocer”. Y si nos parecen peligrosas las oposiciones, lo sería aún más pertenecer a ellas en masa, y más aún hacerlo desde la plena autonomía e individualidad.
Como me gusta el caos, pues además de ser inevitable en algunos momentos de la existencia -tanto individual como colectiva-, también desde él surgen nuevos órdenes, hoy le propongo que revise a qué quisiera oponerse, no en el sentido de luchar en contra de algo, sino en un sentido constructivo de plantearse otras posibilidades, abrir algunas bifurcaciones en su vida, que le permitan transitar por otros caminos y aprender cosas nuevas, haciendo gala de su propia individualidad. Sí, puede surgir un caos si cambiamos la ruta habitual para ir al trabajo, pero en él podrían aparecer una panadería más surtida o el amor de la vida. Puede haber otro caos al renunciar a leer siempre sobre lo mismo, sentir incomodidad mientras encontramos otro tipo de literatura, pero al final del ejercicio nos podemos encontrar con el placer de la novela histórica o los poemas eróticos.
Oponerse no necesariamente es pelear y armar camorra, de eso ya tenemos bastante. Oponerse puede ser abrir una puerta a la creatividad individual, para brindarle al mundo nuevas formas de comprensión, o simplemente para que en lo secreto nos encontremos con eso que siempre estábamos añorando, pero que por miedo o culpa no nos atrevíamos a encontrar.
@edoxvargas