Eduardo Vargas Montenegro | El Nuevo Siglo
Sábado, 15 de Agosto de 2015

“La fuerza suprema jamás se desconecta de nosotros”

ESENCIA

¿Pedir bendiciones?

 

INFORTUNADAMENTE,  la idea de un dios alejado de nosotros, en las alturas, prevalece; claro, son siglos y siglos de pensamiento acerca de un ser superior que premia y castiga, que es benévolo con condicionamientos, que es personal y además masculino. A ese dios se clama por bendiciones, generalmente cuando estamos metidos en problemas y le entregamos lo que no pudimos resolver nosotros.

Es frecuente en mi consulta encontrar que la espiritualidad es un aspecto que las personas suelen desdeñar. A la pregunta sobre cómo les va con Dios, muchos de mis consultantes responden que más o menos…  tirando a menos. Aún tenemos un dios de bolsillo, que se usa cuando se necesita y se guarda cuando ya pasó la crisis, hasta que aparece una nueva y reutilizamos el recurso. Sí, para muchas personas Dios es simplemente un recurso, a veces el último. En algún momento de nuestra historia nos desconectamos, aunque la fuerza suprema jamás se desconecta de nosotros.

Es tal vez por esa desconexión que pedimos bendiciones, sin darnos cuenta de que estamos bendecidos a cada instante de nuestras vidas. Reclamamos bendiciones como si fuese un hecho extraordinario, un acontecimiento que se da en nuestras vidas pocas veces y solo si nos portamos “bien”. El dios en el que creo, que reúne a su vez los principios masculino y femenino igualmente indispensables e irremplazables en la creación, no está solo en las alturas: está en todo y en todos. Es una totalidad trascendente, que se manifiesta en cada emisión de luz, que a veces es onda y a veces es partícula. Es una fuerza amorosa que provee todo lo que existe. Es una consciencia universal que permea cada manifestación existencial, gracias a la cual nosotros, los seres humanos, tenemos consciencia.

Cuando desde nuestras limitadas consciencias restablecemos la conexión con esa consciencia universal ocurren milagros. Cada día, todos los días. Basta que nos demos cuenta de ello. Esa consciencia divina es la fuente de todo: esta es una verdad que se ha construido culturalmente en las religiones, con los obstáculos de pensamiento, espacio y tiempo que ello implica, y que las ciencias de frontera como la física cuántica y la biología molecular nos lo demuestran. Le podemos llamar Dios, Alá, Primera Fuente, como queramos. Es una energía real, presente aquí y ahora, gracias a la cual un espermatozoide y un óvulo que no pueden ser producidos en un laboratorio se encuentran y dan forma a una nueva manifestación de vida.  Es una Totalidad.  Si nos conectamos todo el tiempo a esa Totalidad no necesitamos pedir bendiciones, pues reconoceremos que de hecho ya estamos bendecidos. Solo necesitaríamos agradecer y hacer parte, conscientemente, de esa Totalidad que nos trasciende.

@edoxvargas