EDUARDO VARGAS MONTENEGRO | El Nuevo Siglo
Domingo, 19 de Agosto de 2012

La voz interior

 

Dado que la vida nos presenta encrucijadas continuamente, salvo que estemos absolutamente seguros de lo que queremos y podemos hacer, recurrimos a alguna persona cercana en busca de consejo o de apoyo.

Si bien es cierto que el proceso de la vida es individual, que el contrato espiritual que firmamos antes de encarnar es personal, no estamos solos en el viaje de la vida. La responsabilidad propia es asunto de cada quien, pero es preciso reconocer que pertenecemos a comunidades, pequeñas y grandes, a un Todo que incluye también la naturaleza, el planeta y el cosmos. Por eso en los dilemas cotidianos podemos contar con el auxilio de otra persona que nos permita ver cosas que no podemos ver de nosotros mismos: de la misma manera que aunque un ojo ve y no se puede ver a sí mismo sino con la ayuda de un espejo, también necesitamos espejos en los cuales podamos ver nuestro reflejo.

Por eso parte del contrato incluye contar con una mamá y un papá, con una familia de hermanos, primos, tíos, y con amigos que van llegando en la travesía de la existencia. Están ahí, con nosotros, para que entre todos nos apoyemos en la tarea de crecer, como personas y como comunidad. A alguno de ellos recurrimos cuando las dudas llegan a nuestra vida. ¿Qué hago, invierto en acciones o compro bonos? ¿Compro casa o apartamento? ¿Estudio aquí o en el exterior? ¿Sigo en esta ciudad o me mudo? Como éstas, son muchas las preguntas que nos podemos hacer a lo largo de la vida, y es para resolverlas que buscamos consejo. Si bien es cierto que el criterio de otro externo nos puede dar luces sobre algún tema en particular, no se nos puede olvidar que finalmente las respuestas a todas esas preguntas las tenemos en nuestro interior. Y si escuchamos muchas voces, el ruido nos confunde.

A mi consulta acuden personas en busca de respuestas, lo cual es tanto sano como necesario cuando estamos enredados; tener otro que nos apoye en desenredar la pita es valioso, porque por un lado nos rinde más que solos y por otro nos puede permitir identificar nudos que no vemos. A esas personas les digo que soy apoyo temporal, pero que la tarea es de cada quien. Es ahí donde a veces falta confianza en la propia intuición y sobran dudas sobre la capacidad inherente que tenemos todos los seres humanos de ir resolviendo amorosamente los problemas que se nos presentan.

Si escuchásemos más nuestra propia voz, dialogásemos más con nosotros mismos, crecería la confianza y los apoyos externos, antes que confundirnos, nos permitirían reconocer que desde siempre tenemos las respuestas adentro.