EDUARDO VARGAS MONTENEGRO | El Nuevo Siglo
Domingo, 30 de Marzo de 2014

Las vacunas (III)

 

No  solamente existen dudas más que razonables con respecto a la vacuna “contra” el VPH. Las hay también, y de sobra, en relación con la vacuna “contra” la gripe.  Resulta que el virus de la gripe muta muy rápidamente; de hecho, cada vez que hacemos una gripa es un nuevo virus el que alojamos. Pero como esto no lo sabe todo el mundo, creemos que si nos vacunamos estaremos protegidos. Hacer una gripe resulta ser un proceso natural del cuerpo humano para liberarse de lo que no necesita. Sabemos cada vez más que el tema de la gripa AH1N1 en 2009 fue más un alarmismo que generó multimillonarias ganancias a transnacionales farmacéuticas, que la pavorosa pandemia con la cual se nos amenazó.

Desde hace más de noventa años se utilizan adyuvantes de aluminio para aumentar la respuesta inmunitaria y la eficacia de las vacunas, componentes que según ha reconocido la propia Organización Mundial de la Salud, y tal como aparece en su página web, “presentan limitaciones y está evaluándose ahora una amplia gama de adyuvantes nuevos para su uso en vacunas nuevas o mejoradas”.  Tales limitaciones están relacionadas con efectos neurotóxicos e inmunogénicos que podrían llegar a ser mortales. Ha habido irregularidades respecto de los grupos de control en los que se prueban las vacunas, pues para evitar que se evidenciara la neurotoxicidad, a las personas se les han inyectado placebos con sales de aluminio, en vez de sustancias inertes. Es decir, las vacunas son neurotóxicas por ese aluminio, lo cual -como se ha comprobado- puede generar enfermedades como el herpes y el síndrome de Guillain-Barré, en el que el cuerpo se ataca a sí mismo.

Resulta responsable cuestionarse si en verdad las vacunas son la panacea maravillosa que nos han vendido, o si estamos poniendo en riesgo nuestra salud y la de quienes amamos. Es un ejercicio de consciencia, que se nos quiere suprimir, pues la legislación generada desde el derecho positivo impone por la vía del castigo los esquemas de vacunación, presentándolos como obligatorios. ¿No tenemos derecho a elegir otras formas alternativas, efectivas, sanas e integradoras para responder a nuestros procesos de salud y enfermedad? Necesitamos abrir el debate sobre el uso de las vacunas, con información clara sobre todos sus efectos.

Es preciso un ejercicio consciente, que dé paso al derecho que tenemos a no ser vacunados, que nuestros hijos no sean vacunados, no porque no los amemos ni protejamos, sino justamente porque por ese amor y protección queremos para ellos mejor calidad de vida. Y necesitamos exigir políticas públicas integrales para que se reduzcan todos los factores que generan la inmuno-supresión. Claro, los gobiernos la sacan barata solamente a punta de vacunas.

@edoxvargas