Nuestro poder 1
En algún momento de nuestra historia personal es probable que se nos haya olvidado, al menos momentáneamente, que somos poderosos y que ese poder utilizado desde el amor sirve para vivir en armonía. Se nos envolató la fuerza vital, que terminamos empeñando por obra y gracia de mandatos familiares y sociales, que hicimos nuestros. Con excepciones, que espero sean muchas, fuimos cediendo nuestro poder sin darnos cuenta de ello, pues probablemente los adultos que nos cuidaron en la primera infancia habían hecho lo mismo, hijos a su vez de otros niños que hicieron lo mismo. Transgeneracionalmente hemos ido renunciando de manera inconsciente a nuestro propio poder. Pero como requerimos el poder para que la vida fluya, empezamos a buscarlo afuera, en algo externo a nosotros.
Aprendimos que nuestra salud depende de los que saben y de los que hacen los medicamentos. Posiblemente nunca nos enteramos de que así como tenemos el poder de crear nuestras enfermedades, también tenemos el poder de deshacerlas y regresar a estados de armonía. De ahí que hayamos terminado envueltos en sistemas de salud que no sirven, que deshumanizan y que están saturados, mientras unos pocos, quienes aprovecharon la ignorancia generalizada, sólo aprovecharon el poder que inconscientemente cedimos. Claro, ya no lo quieren soltar.
También cedimos nuestro poder de decisión social a los políticos de profesión, pues así es el juego de la democracia; aún no hemos sido capaces de construir otros juegos más participativos, justos e incluyentes, aunque tengamos las piezas del rompecabezas. Y elección tras elección, terminamos delegando en los mismos de siempre, que usan el poder para su propio beneficio, con afortunadas excepciones. Ellos tampoco quieren soltar el poder; a lo mejor nosotros no queramos asumir los costos que implicaría recuperarlo, pues con quejas y todo, la historia se repite una y otra vez.
Igualmente delegamos nuestro poder a Dios, como quiera que comprendamos la Divinidad. Y sí, creo profundamente en la Consciencia Divina, que justamente nos ha entregado el poder de actuar, sentir y pensar desde el amor, potestad que no acabamos de integrar ni asumir. Dios ya hizo su parte, muy bien por cierto, pero aquí y ahora nos corresponde a nosotros. Sin embargo, nos puede resultar más cómodo no hacer todo el esfuerzo que requerimos y pedirle a Dios una, dos o mil manitas: si Dios quiere, oj-Alá… Creo firmemente que Dios quiere lo mejor para nosotros, nos lo proporciona, pero no son pocas las veces que renegamos de las experiencias que tenemos, que no nos gustan y hacen parte de la vida.
Cada momento es una posibilidad para recobrar nuestro poder, y esta época tiene una energía especial para hacerlo. Aprovechemos estas fechas para recuperarlo.
@edoxvargas