Acciones conscientes
¿Qué hacer ante un mundo que se revela cada vez más decadente? ¿Cómo reaccionar ante la evidencia de la corrupción rampante, el desdeño ambiental, la inequidad económica? ¿Cómo sobrevivir ante todos estos hechos, y más, que nos llenan de desesperanza? Creo que podemos construir respuestas adecuadas si tenemos en cuenta dos variables que suelen perderse de vista: por un lado está la esfera en la que nos movemos, con sus alcances y límites; por otro, el nivel de consciencia en el que cada quien está, y que le permite mayores o menores grados de libertad para la acción en la cotidianidad. De no tener claridad en estas dos variables, corremos el riesgo de estrellarnos de frustración en frustración en espera que algo cambie, sin reconocer nuestro poder aquí y ahora. Como es evidente que no todos tenemos los mismos alcances de poder, no porque no seamos poderosos sino porque estamos en diferentes contextos, resulta clave reconocer los límites: estamos en el lugar y momento que nos corresponden, pues los hemos elegido por acción u omisión; lo que vivimos hoy es consecuencia directa de nuestras decisiones y acciones de ayer.
El tema no es lineal sino complejo, pues concurren otras dimensiones en las que claramente no hemos decidido y nos impactan, como cuando se elige a un candidato diferente al nuestro o alguien determina que el precio del barril de petróleo no es cien dólares sino cuarenta. Todo ello nos afecta, pero entre más luchemos contra lo que hay, menos acción efectiva lograremos. No se trata de resignarse: se trata de reconocer qué podemos hacer, hasta dónde y qué no. Si luchamos haciendo lo que no podemos hacer donde no nos corresponde el desgaste es máximo y el resultado mínimo. Tampoco todos estamos en el mismo nivel de consciencia, lo cual no es bueno ni malo, sencillamente es. Y tampoco todos podemos reconocer que todos los niveles de consciencia se manifiestan en nuestra vida. Una cosa es vivir desde un nivel egoico de poder, otra desde la supervivencia básica, otra desde la lógica racional y otra desde un sentipensamiento integrador. Si hacemos lo mejor que podemos con la información que tenemos, cada quien con su mejor intención y en la esfera que concierne, lograremos cambios en lo micro, pero no por ello menores ni insignificantes.
Hay quienes están en la frecuencia de la lucha, y desde ahí logran cambios. Hay quienes vibramos en otras frecuencias y también logramos transformaciones. Una sonrisa, un abrazo generan cambio, posiblemente más duradero que el del puño. Cuando trabajamos con nuestro mayor esfuerzo también hay cambio: probablemente no se refleje inmediatamente afuera, pero lo vivimos adentro. Hay cambio cuando dedicamos más tiempo a revisarnos interiormente para actuar con coherencia que a juzgar la mezquindad ajena. ¿Será suficiente? Depende. Si nos desfasamos en el alcance y el nivel de consciencia, no. Si ocupamos nuestro lugar, sin duda. Paulatinamente iremos generando masa crítica, pues el cambio duradero emerge desde adentro hacia afuera, transformando en consciencia.
@edoxvargas