EDUARDO VARGAS | El Nuevo Siglo
Domingo, 23 de Marzo de 2014

Las vacunas (II)

 

Es  posible que los lectores hayan tenido acceso a informaciones y estudios sobre la efectividad de las vacunas: son profusos y se les hace mucha propaganda, pero no son la verdad revelada, son un punto de vista. Entonces recuerdo la extraordinaria película argentina La historia oficial; sí, la historia es oficial y es escrita por quienes detentan el poder.  Afortunadamente, tenemos acceso a otras versiones, no solamente las oficiales, para contar con otras miradas que fomenten el análisis y el debate, y no solamente las dedicadas a transmitir y reforzar un pensamiento excluyente y hegemónico.

Lo único que genera inmunidad hacia una enfermedad es haberla tenido. Las vacunas no previenen las enfermedades, tampoco las erradican y la inmunidad que generan es artificial, que es bastante diferente a la que el cuerpo humano en su sabia complejidad genera ante los estímulos externos. Se ha asociado la erradicación de ciertas enfermedades a la vacunación, pero no se ha estudiado a fondo la correlación existente entre la erradicación de la enfermedad con la reducción de las condiciones de inmuno-supresión, que no solamente son biológicas y físicas, sino sociales, políticas, económicas y trascendentes. Se nos suele olvidar que los seres humanos somos integrales, que la vida es compleja y no lineal, y que todo cuanto nos ocurre como individuos y sociedades es multicausal. Hay reduccionismos ciegos, que por supuesto son funcionales al statu quo.

La médica catalana Teresa Forcades, quien además es monja benedictina -teóloga, especialista en medicina interna y cuenta un doctorado en salud pública y estudios posdoctorales en subjetividad- ha desarrollado importantes investigaciones sobre los efectos nocivos de las vacunas. En el caso de la vacuna “contra” (entrecomillado, pues se suele creer que la enfermedad es una enemiga, no una oportunidad para sanar y aprender) el Virus del Papiloma Humano, VPH, tan de moda en nuestros países, la Hna. Teresa revela unos hechos muy interesantes: a partir de datos epidemiológicos y datos de eficacia y seguridad,  mucho menos del 1% de las mujeres infectadas con el VPH llega a desarrollar cáncer de cuello uterino; la mejor medida preventiva ante ese cáncer es el test de Papanicolau (citología vaginal); las vacunas disponibles no tienen todas las proteínas de VPH que causan cáncer (una cuenta con proteínas de dos virus; otras, cuatro; y hay muchos más), por lo que no sólo no demuestran eficacia, sino que incluso han causado la invalidez y muerte de varias niñas.

Para saber si tales vacunas son eficaces, habrá que esperar hasta los años 2026 a 2046, pues el cáncer de útero dura entre 20 y 40 años para desarrollarse. ¿Qué les estamos aplicando a nuestras niñas desde los nueve, ¡nueve!, años? Hay más preguntas…

@edoxvargas