Luz en el túnel, ante fallo adverso
Hace tres meses, aproximadamente, la Canciller nos había anunciado que sobrevendría un fallo “salomónico” en el litigio pendiente con Nicaragua. Dio entender que ya sabía que se reconocerían derechos a Nicaragua pero no que Colombia iba a perder las tres cuartas partes de los espacios marítimos en disputa.
Haber dicho lo que dijo la Canciller fue imprudente, tanto más cuanto la Corte Internacional de Justicia de La Haya no había comenzado a redactar aún su sentencia. Los abogados que defendían la causa nicaragüense, seguramente, hicieron conocer de los magistrados de la CIJ las declaraciones -acaso conformistas-, de quien llevaba la vocería de la política internacional de Colombia.
Del error dará cuenta la historia. Se sumará a tantos otros cometidos por la diplomacia colombiana a través de los tiempos, la cual, no por casualidad, ha sido manejada por hijos prominentes de la Bogotá mediterránea y a quienes, al parecer, les está reservada la impunidad política, como ocurrió con la pérdida de Panamá, primero, y después con los islotes de Los Monjes, en el Golfo de Venezuela, pérdida que, en este último caso, obedeció a la carta que le dirigiera el ministro de RR.EE Juan Uribe Holguín -de la estirpe de nuestra actual canciller-, al embajador de Venezuela en Colombia, Luis Gerónimo Pietri, en 1952, en cuya carta el ministro enmarcó el reconocimiento de la soberanía de Venezuela sobre Los Monjes, porque, según sus palabras, “norma constante de Colombia ha sido reconocer la plenitud del derecho ajeno…”, así existieran, sin embargo, títulos que favorecían a Colombia, pero que el Ministro, aupado por su pariente, el embajador en Caracas, Francisco Urrutia Holguín, desconoció mediante simple nota diplomática, la cual, así fuera declarada nula por el Consejo de Estado, creó una situación irreversible porque Venezuela, desde entonces, ha venido ejerciendo actos de señor y dueño sobre los islotes con el consentimiento de los gobiernos de Colombia.
Con ocasión del fallo de la CIJ, los isleños pidieron la renuncia de la ministra Holguín, aunque con ese gesto ya no se solucionaba nada. “Si la renuncia fuera útil, digan donde firmo“, les dijo ella, graciosamente, a los pescadores nativos que protestaban por el estrangulamiento a que habían sido sometidos con la nueva delimitación marítima, pero habrá que observar que la renuncia habría tenido efectos positivos para nuestro país, si, para sacar las lindas paticas que había metido, la Ministra la hubiera presentado después de haber predicho que CIJ produciría un “fallo salomónico”, y a fe que se produjo, señora Ministra, pero Nicaragua se quedó con la mejor parte de la zona marítima.
¿Que hacer? Participamos del enfoque de El Nuevo Siglo, cuyo editorialista planteó recurrir a la ONU, en cuanto a que, con el fallo, se conculcaron los derechos de las minorías que habitan en el Archipiélago que la CIJ estaba en la obligación de defender por haber sido, ese principio fundamental de la ONU, “razón de ser de la instancia de La Haya“.
He ahí una luz en el túnel, presidente Santos. La revisión del fallo podría darse -por esa potísima razón-, así la CIJ no haya admitido ese recurso con anterioridad. Y porque siempre habrá “alguna vez “…