Edmundo López Gómez | El Nuevo Siglo
Viernes, 6 de Febrero de 2015

Cuadrar el círculo de la paz

 

Ha sido el  más grande de los desafíos para los gobiernos en todos los tiempos y en todos los países del mundo que han sufrido la guerra. 

Cuando median negociaciones y no el sometimiento incondicional por  haber sido vencidos en los campos de batalla, los alzados en armas adquieren expectativas que se convierten en derechos cuando firmen un acuerdo o tratado de paz. 

El marco de los derechos, sin embargo, ha sido reducido por los tratados o convenios internacionales, con lo cual se han  limitado principios como los de soberanía nacional y el de  libre determinación de los pueblos. Dentro de ese ámbito se han iniciado los procesos de paz en Colombia, en cuanto los convenios sobre derechos humanos y el Tratado de Roma rigen para nuestra nación.

Con todo, de aplicarse rigurosamente este último Tratado, las puertas de la paz estarían cerradas para los colombianos, tanto más cuanto, como lo hizo trascender el presidente Santos ante el cuerpo diplomático acreditado en Bogotá, recientemente convocado por el, las Farc se sentaron a la mesa de negociaciones de La Habana con el convencimiento de que no  pagarán  un solo  di de cárcel, tal como ha ocurrido en otros procesos de paz adelantados en otras partes del mundo. Expectativa que fue avalada por el propio Gobierno colombiano, si no interpretamos mal al Jefe de Estado.

Dijo también el presidente Santos a los embajadores, que dentro de ese marco Colombia no podía decretar ni indultos ni amnistías, pero agregó que solo la comunidad internacional podría legitimar el proceso de paz, con cuya afirmación me surgió la duda en el sentido de  que  nuestro Presidente estaría pensando en que los rigores de las exigencias de las normas internacionales tuvieran una interpretación compatible con el contenido de los acuerdos de paz que se llegaren a firmar con las Frac,  en materia de justicia transicional, en procura de que las sanciones con cárcel sean sustituidas por otras que no tengan que ver con la privación de la libertad.

Hay quienes piensan, por ejemplo, y yo hago parte de esa corriente de opinión  que es más importante exigirles a las Farc la plena reparación  de los perjuicios sufridos por sus  víctimas, que ver a  (a ) Timochenko entre rejas, o bajo tierra como el líder de Sendero Luminoso en el Perú.

Pero, ¿cómo plantear asuntos de esa naturaleza ante la comunidad internacional? Se nos ocurre que países como Francia o Inglaterra  podrían propiciar una audiencia especial en la Corte Penal Internacional de Justicia,  para examinar el gran tema del derecho a la paz que tienen los colombianos y que no puede sucumbir bajo el peso de una interpretación rígida del Tratado de Roma, cuyas normas podrían modularse para que la paz deje de ser un sueño y se convierta, en cambio,  en realidad viviente.

Hago la propuesta, cuando ya he ascendido 91 escaños en la escalera de la vida.

edmundolopezg@hotmail.com