TOMANDO NOTA
La decisión de las Farc
Por primera vez, respiramos optimismo total. La decisión de las Farc del cese indefinido al fuego -y no solamente por estos tiempos navideños-, produce la sensación de que el camino de la paz, por fin, se despeja. Porque significa la rectificación de la política de cometer hechos prohibidos de guerra para demostrar fortalezas, dentro de la estrategia diabólica del “todo vale “ que venía rigiendo las negociaciones de La Habana y cuya práctica había colocado el proceso de paz en su más bajo nivel de prestigio .
En efecto, no le veíamos futuro a la refrendación de los acuerdos de paz que se lograren en La Habana, dentro del mal ambiente que existía alrededor de dicho proceso. Carecía de sentido, en efecto, que se llegaran teóricamente a acuerdos de participación política de las Farc e incluso a una aplicación de justicia transicional laxa para facilitar la incorporación de los guerrilleros a la vida civil del país, incluyendo el goce de sus derechos políticos, mientras se seguía, a contrapelo de la ética de la paz, secuestrando niños para la guerra, sembrando minas antipersonales, atacando a la población ajena al conflicto, volando acueductos y puentes, y otros hechos de este jaez.
La única vía, en procura de lograr el necesario consenso nacional, era parar esa guerra sucia que se venía practicando, ya mediante el cese el fuego o con la suscripción de un pacto de respeto al Derecho Internacional para poder proseguir las negociaciones, opción esta que desde hace dos décadas hemos venido planteando en esta columna de opinión
Creemos en la sinceridad de las Farc. Nos parecería inconcebible que no lo fuera. Entre otras cosas, porque dentro de sus propósitos políticos a futuro, para las Farc resulta indispensable ganar espacios de aceptación popular que hoy no tienen, debido, precisamente, a que se han visto comprometidos en actos de guerra atroces que de ninguna manera les han conquistado simpatías para contar con el pueblo como aliado de sus propósitos revolucionarios, y por el dañado ayuntamiento que han practicado, además, con los narcotraficantes para financiar la guerra.
El cese el fuego decretado por las Farc resulta, dentro de esa perspectiva, un acto sensato de apertura real hacia la paz. Será necesario, sin embargo, que nuestras fuerzas legítimas, sin renunciar a sus deberes constitucionales, contribuyan, a evitar que el cese el fuego pueda frustrarse por actos hostiles no estrictamente necesarios, los cuales podrían llevar a pensar que en nuestros cuarteles habría interés en que siga la guerra y que el final del conflicto, en consecuencia, solo pueda darse con el exterminio del adversario o con su sometimiento incondicional.
Deben hacerse, en fin, los mayores esfuerzos porque la determinación de las Farc pueda desarrollarse sin obstáculos. El presidente Santos, comandante en jefe de nuestras Fuerzas Armadas, procurará que quienes dentro de los cuarteles piensen lo contrario, no impongan su voluntad.