EDMUNDO LÓPEZ GÓMEZ | El Nuevo Siglo
Viernes, 12 de Septiembre de 2014

Efectos de la justicia espectáculo

 

Llama la atención que personas que han desempeñado altas responsabilidades en nuestro país  durante el ejercicio de funciones públicas,  hayan decidido no someterse a la  justicia  para responder de los cargos      que  autoridades  competentes les han imputado. Las razones que alegan  esas personas tienen que ver con  falta de garantías procesales o parcialidad   en las investigaciones que se les han seguido por supuestos motivos políticos.

Un buen observador de los acontecimientos apuntaba que casi todas las personas renuentes que han buscado refugio territorial  en  otros países han sido funcionarios  del poder ejecutivo; que solo una de ellas ha hecho parte   de un órgano de control, y ninguna, del órgano legislativo del poder público.  En verdad, que sepamos, no hay ni excongresistas, ni exdiputados ni exconcejales,  pidiendo asilo  político en otro país. Tampoco,  ningún fiscal o  magistrado  se ha fugado del país, así  existan en la Comisión de Acusación de la Cámara de Representantes numerosos expedientes contra muchos de esos  servidores públicos con fuero.

Pero más allá  de esas observaciones, preocupa que allende el mar la imagen de Colombia sea la de un país donde existe una justicia politizada, porque       altos funcionarios públicos del más alto nivel hayan buscado -y obtenido-   asilo en países extranjeros, con cuyos gobiernos ha existido una relación diplomática de vieja data, y amistad y admiración mutua entre sus pueblos.

Si Estados Unidos de Norteamérica, si Canadá, si Panamá, han concedido asilo político a un exministro de Agricultura, a un excomisionado de Paz, a una exdirectora de  Seguridad y si, eventualmente, Italia llegare a conceder ese mismo derecho a una excontralora general de la Nación, ¿no dan pie, esas determinaciones, para reflexionar sobre las razones que llevaron a gobiernos amigos de Colombia para conceder el asilo a exfuncionarios supuestamente víctimas de persecución política por parte de quienes administran justicia? ¿No  es muy grave que exista  esa impresión y/o certeza en los gobiernos que ampararon con el derecho asilo a exservidores públicos de nuestro país? ¿Acaso, esas determinaciones no fueron precedidas necesariamente de informes de las misiones diplomáticas de dichas naciones,  acreditadas en Bogotá? ¡Vaya uno a saber! Diría nuestro inolvidable  expresidente Alfonso López Michelsen, cuando se encontraba ante situaciones tan  delicadas y complejas.

Pero de lo que sí podemos dar fe muchos colombianos es que en las dos últimas décadas la justicia espectáculo -que aúpa el amarillismo mediático-, es la que se ha venido practicando en nuestro país. Y  como  es una verdad objetiva -que como tal  no necesita demostración-, llegamos a la conclusión de que al  exceso de protagonismo de  muchos de los operadores de justicia y a su politización evidente, debemos hoy que en buena parte del mundo se dude  de la seriedad de nuestra democracia.

edmundolopezg@hotmail.com