Emplazamos a candidatos
Cuando ocurren hechos atroces de guerra dentro de nuestro conflicto la gente se indigna; indignación que se expresa contra sus autores, ya sean miembros de la guerrilla o ya del Establecimiento.
Con todo, en razón de que nuestro conflicto no tiene horizonte ético alguno, al no haberse acordado para iniciarlo y como cláusula imperativa, el respeto al Derecho Internacional Humanitario, los hechos de lesa humanidad que ocurren dentro del combate y por fuera de él, sólo se repudian públicamente, pero sin que ese sentimiento de rechazo tenga efecto alguno dentro del proceso de negociaciones, bajo el pretexto de que por no haberse pactado el cese el fuego, en el desarrollo de las hostilidades se permite todo lo que suceda, así sean hechos prohibidos por la Carta de derechos humanos y por los convenios de Ginebra.
Un país que tolera, así sea de manera implícita, esa clase de situaciones padece de atonía grave, incluso desde cuando sus autoridades no exigieron que se estableciera, como premisa imperativa del proceso de paz, el respeto a los derechos humanos y al Derecho Internacional Humanitario.
En nuestra opinión, un proceso de paz que no está regido por esos principios, carece de legitimidad en un Estado constitucional de derecho, como es el nuestro.
Cabe, entonces, emplazar -como en efecto lo hacemos -a los candidatos presidenciales, Juan Manuel Santos, Óscar Iván Zuluaga, Marta Lucía Ramírez, Enrique Peñalosa y Clara López, para que digan si son partidarios de que el proceso de paz sólo proseguirá bajo la condición de que, durante el próximo período presidencial, se celebre un acuerdo de cumplimiento inmediato, de respeto a los derechos humanos de los combatientes y de las personas ajenas al conflicto, y de acatamiento a las reglas del DIH, bajo el entendido de que si las partes no se avienen a ese acuerdo, el proceso de paz que se adelanta en La Habana, será suspendido .
La posición que fijen los candidatos tendrá, entonces, carácter trascendental, porque no es de poca monta saber si son partidarios de limpiar la guerra de hechos de lesa humanidad como los que se han venido cometiendo, porque, hasta ahora, los negociadores se han limitado a discutir -con pasmosa indiferencia frente a ocurrencias criminales violatorias del DIH durante el tiempo de las negociaciones-, los cinco puntos de la llamada agenda de paz.
En otras palabras, los candidatos a la Presidencia de la República deberán pronunciarse sobre las exigencias éticas, políticas y jurídicas que deben regir las negociaciones de La Habana, y no limitarse a proclamar que son amigos de la paz, dentro de un lenguaje de patria boba.
¡Humanizar la guerra mientras llega la paz¡ Un tema prioritario, que enriquecería el debate presidencial…
Porque, si no hay ese gran compromiso, será preferible votar en blanco: un medio de protesta legítimo.