Estamos en Colombia viviendo un momento muy preocupante de nuestra economía como lo evidencian la mayoría de los indicadores y en particular la tendencia del consumo de los hogares. En las últimas semanas he tenido la oportunidad de conversar con varios empresarios del sector consumo y podría afirmar que entre un 80% y 90% de los empresarios manifiestan que no cumplieron sus metas del primer trimestre del año y que califican el desempeño de la economía como regular o malo.
Este mismo panorama se puede observar en el decrecimiento de las exportaciones y en las recientes cifras del sector de la construcción, en especial las transacciones del sector inmobiliario. Y qué decir del congelamiento de muchos proyectos de ensanche y ampliación de empresas, además de las pequeñas empresas que se han venido cerrando. Hay algunas empresas que incluso están procediendo a endeudarse para superar dificultades de tesorería, para pagar sus impuestos y tratar de sostenerse, y pareciera ser que se visualizan problemas de liquidez en parte del sector empresarial. Y si a todo esto le sumamos la cantidad de inversionistas que se han ido no sólo por las dificultades económicas, sino por la desconfianza que se ha venido dando sobre la falta de estabilidad jurídica en nuestro país, que era uno de nuestros principales activos en el pasado y del que dicen ya no queda sino cenizas, tenemos que concluir que el panorama es más que complejo.
Esperamos que este factor no vaya a afectar el tan esperado cierre financiero de las obras de infraestructura, pues si bien algunas de las obras en planes han anunciado un cierre financiero formal, la verdad de las cosas es que falta aún el cumplimiento de todas las condiciones exigidas por los financiadores para contar con un verdadero cierre financiero y allí la estabilidad jurídica y la solución de los temas ambientales, prediales y sociales serán igualmente determinantes.
Por el frente de la deuda externa las cosas tampoco son alentadoras, pues encontramos que en los últimos años se ha venido aumentando a pasos acelerados el porcentaje de la misma frente al Producto Interno Bruto, lo que representa un ingrediente más de la tóxica receta económica que estamos viviendo. Políticamente el país se encuentra polarizado y las políticas esenciales para nuestra nación se han desarrollado como acciones de Gobierno y no como políticas de Estado que convocan a todos los líderes políticos, sociales y económicos.
¿Dónde quedaron las locomotoras que nos anunciaron al principio del Gobierno? ¿Dónde quedó el llamado a la unidad nacional que se definió como estrategia de inclusión y concertación?
Hacemos un urgente llamado a una nueva política económica donde las empresas puedan generar riqueza y empleo. Donde los impuestos no estrangulen los esfuerzos económicos, empresariales y profesionales. Un urgente llamado a reducir el gasto del aparato gubernamental y dedicar esos recursos a la construcción de más desarrollo tanto en los sectores urbanos como rurales, donde tengamos equidad y justicia social. No podemos perder de vista que una Paz estable y duradera, requiere de un entorno económico y social saludable, y resulta preocupante que un inadecuado manejo de la economía termine afectando este importante proyecto.
La paz, que es para todos los colombianos, hay que construirla y en ello la estrategia económica y social son fundamentales. En la terminación del conflicto es igual o más importante la implementación de los acuerdos y no solo su firma. Sin una buena implementación, los acuerdos no serán duraderos. Sin una presencia de Estado en las antiguas zonas de conflicto, se irán las Farc pero llegarán otros grupos al margen de la Ley. Y la presencia de Estado no sólo debe ser militar sino también económica y social. Creo que estamos pasando por uno de los momentos más importantes de los últimos 50 años. Si no actuamos con inteligencia, sin mezquindad, sin egoísmos y con una clara agenda económica y social, podremos estar derrumbando todo lo que se ha construido en el frente de la paz, pues economía, desarrollo social y paz están indisolublemente ligados