Tal vez resulta un contrasentido hablar de uso público de una reserva forestal como lo son los Cerros Orientales. Sin embargo, también resulta paradójico tenerlos sólo como telón de fondo, cuando con responsabilidad ecológica pueden disfrutarse, más cuando ya por iniciativa ciudadana, el senderismo y otras actividades se realizan por vías de hecho.
Sin lugar a dudas el contacto con la naturaleza es un factor de calidad de vida o como dice Amartia Sen o Martha Nussbaum hace parte del ser, de su libertad y del desarrollo humano, de sus capacidades.
Entonces, surge la pregunta clave: Cómo poder disfrutar de los Cerros Orientales sin causar daño. Es ese el quid del asunto. Cómo lograr un marco de regulación que mantenga el equilibrio, convencidos que “una sociedad se define no solo por lo que crea sino por lo que se niega a destruir” (Jhon C. Sawhill).
Podríamos quitarnos el sombrero, con esta motivación, ante la naciente formulación por parte de la CAR del “Plan de uso público para el desarrollo de actividades de recreación pasiva en la reserva forestal protectora Bosque Oriental de Bogotá” que merece toda la atención y educación, pues se trata de pisar esta Reserva con control.
Se señala así como objetivo principal, llamado interpretativo, el de “promover la valoración social de la Reserva Forestal Protectora Bosque Oriental de Bogotá, por parte de los usuarios actuales y potenciales que realicen los recorridos guiados y hacer evidente los vínculos entre el espacio protegido y la vida en la zona urbana de Bogotá” y de “encaminar el diseño de un producto turístico que mantenga el equilibrio entre las prácticas de la actividad turística y la preservación ambiental.”
Un sinnúmero de definiciones nos adentra este Plan, escrito en casi cuatrocientas páginas, incluyendo las características, tablas y fotos de cada área. Claro es hay que comenzar por entender por ejemplo de qué se trata el turismo de naturaleza, qué es la recreación pasiva y cuáles son los activos o lugares escogidos dentro de la Reserva para el uso público, entre otras alrededor de treinta y cinco.
Se trata de áreas naturales, senderos, quebradas, parques y humedales protegidos, pertenecientes a la jurisdicción de la CAR en su mayoría, dentro de la Reserva Forestal Protectora Bosque Oriental de Bogotá, con algunos picos de montaña que se elevan desde los 2.650 hasta los 3.600 metros sobre el nivel del mar.
Sin generar efectos negativos sobre el ecosistema, la biodiversidad, la cultura o tradiciones, se abre el camino para el disfrute responsable de los Cerros Orientales. El senderismo, por ejemplo, dependerá de una carga o número máximo de visitantes que puede recibir el camino, dependiendo también de variables físicas y ecológicas, y de la capacidad operativa apta (infraestructura y equipamiento mínimo) para regularlo.
Es este apenas un abrebocas del marco nacional que se inaugura para quienes queramos aprovechar el turismo de naturaleza en Bogotá o convertir éste en una actividad recreativa cotidiana.
*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI
uribemariaelisa@gmail.com