Diego Arango* | El Nuevo Siglo
Lunes, 6 de Julio de 2015

El rescate de Bogotá

 

Uno de los dramas que enfrenta Bogotá es qué hacer para rescatar la ciudad de las garras de la izquierda voraz, populista, politiquera y corrupta que ha venido azotando las finanzas, la administración distrital y el cuidado de la capital. Bogotá lleva doce años en una profunda crisis que la tiene destrozada. El invento de los comedores populares de Lucho Garzón ha sido un desangre económico que no dio ningún resultado. Comida gratis a los mendigos solo ha dejado un incremento impresionante de la cultura de la mendicidad. Los habitantes de la calle hoy son una población significativa y en aumento, pues más allá de atenderlos en sus necesidades humanas, lo que ha existido es una promoción, sumando más de diez veces lo que había en el 2003.

Luego continuó con Samuel Moreno. Este sostuvo e incrementó la mendicidad y la informalidad. Pero la característica de ese gobierno fue la corrupción. Se montó un aparato poderoso con oficinas paralelas  para administrar las coimas para el Alcalde, el Contralor, el Personero y los concejales. Desde luego que esto contaminó la administración, pues era vox populi lo montado por el alcalde Samuel Moreno y su hermano el senador Iván Moreno, pues los de abajo hacen lo mismo que ven hacer a los de arriba. Prueba de lo dicho aquí, es que todos aquellos, más otros  funcionarios distritales y contratistas están presos y condenados.

Los siguientes cuatro años pasaron a manos de otro alcalde demagogo y ávido de poder: Gustavo Petro. Según la actual Contralora Distrital la corrupción aumentó en el Distrito, prácticamente se abolieron las licitaciones y casi toda la contratación quedó a dedo por el Alcalde. Más de 200 mil contratos por billones de pesos se han adjudicado bajo contratación directa, sin verse resultados. La nómina distrital ha aumentado impresionantemente, 90 mil empleados nuevos por contrato, mientras la planta normal del distrito son 25 mil, se incrementó en más de tres veces. La inoperancia de la administración, la politización del Alcalde al interior para sostenerse en el cargo, su apetito inoculto de presidencia, sumado a las improvisaciones que son de conocimiento público y que han costado miles de millones de pesos.

El desmejoramiento de la calidad de vida, el abandono de la ciudad, la incultura, suciedad, falta de autoridad, inseguridad, la ausencia de mantenimiento han sido cargas demasiado pesadas para el bolsillo de los  bogotanos.

Estas elecciones traen una nueva oportunidad, elegir un alcalde libre y lejano de esa corriente nefasta, que de continuar incrustada en la administración, sería de verdad llevar a la quiebra a la ciudad. Lo mejor es hacerlo conscientemente y examinar las otras alternativas, pues de verdad llegó la hora de un cambio.

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*Presidente Canal Teleamiga Internacional

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