“La muerte en Colombia ha encontrado nuevo disfraz”
VIDA ES SAGRADA
La eutanasia
ESTREMECE el entusiasmo con que se propaga la eutanasia, en los medios de comunicación. Pareciera una noticia largamente esperada, una solución, la cura para una pandemia… y estamos hablando de la muerte.
¿Cuántos de quienes se van a contagiar de ese inusitado entusiasmo para tomar la decisión de poner fin a sus vidas, podrían aun recuperar la esperanza? Sí, la esperanza, porque la principal pandemia es la desesperanza, la soledad, la falta de ilusiones para levantarse cada mañana, para volver a empezar. Lo que mata no es la cruz, ni la enfermedad, mata el frío en el alma.
Nadie está exento de sufrimiento en este mundo y la pérdida de la salud física, sumada a la soledad y a la dependencia de otros, puede conducir a un laberinto sin aparente salida, pero son muchos los casos, en la modernidad, que demuestran que ese moribundo estaba por nacer. ¿Qué hubiera sucedido con Stephen Hawkin si su esposa lo desconecta, tal como él se lo había pedido? Recuerdo una estremecedora entrevista que ella concedió a Julio Sánchez, en la W. Habló de su respeto a la vida, que le fue dada por gratuidad de Dios, y cómo ella no se sintió con derecho a ponerle fin, a pesar de las indicaciones de su entonces marido. Valdría la pena repetírsela a quienes se les ha pasado por la cabeza poner fin a sus días. Basta una chispa bien encendida para contagiar también la vida.
Y con esta moda ¿qué pasará con los miles de ancianos que llenan hoy los hospitales en Colombia, a quienes las entidades prestadoras de salud, consideran verdaderas cargas, por los costos de sus enfermedades? No hay que hacer un profundo estudio para intuir lo que pasa con ellos. La enfermedad de un anciano se ha convertido hoy en un calvario para sus familias, que lo viven suplicando un trato digno, esperando un examen, pidiendo insistentemente una droga y supervisando la atención hospitalaria. Y esto sucedía antes de que los medios celebraran con tanto entusiasmo la eutanasia. Ahora la muerte en Colombia ha encontrado un nuevo disfraz para los que sobran y los desesperanzados. Ese disfraz se llama eutanasia.
Necesitamos hospitales para el alma, “Hospitales de Campo” los llama el Papa Francisco, para detener las hemorragias del alma. Para prodigar misericordia. Para sanar las heridas de la soledad, del miedo, del sinsentido. Para acoger con amor a quienes más lo necesitan. Para detener el helaje de la desesperanza. Para sanar las enfermedades “incurables” del corazón. Para renacer en medio de los escombros, darle una oportunidad a la vida y una oportunidad a la fe. Si no se logra por la vía de la razón, aún queda por explorar la vía de la gracia. Pedir en oración la alegría de vivir, la renovación de la fe. Hacer uso del libre albedrío, no para ordenar la muerte, sino para dar un fiat a la vida y hacer un voto de confianza en la Misericordia del Creador.