INCONFORMIDAD DE VÍCTIMAS
Alerta por epidemia
El abucheo al ministro del interior, Juan Fernando Cristo, en el foro “Colombia abraza a las víctimas de las Farc”, es sólo la expresión de un síntoma. Anuncia la propagación de una epidemia que ya dejó de ser silenciosa: la inconformidad contenida de las víctimas. El Ministro, a pesar de ser el autor de la Ley de Víctimas y de no ser el que negocia en La Habana, fue el chivo expiatorio de una situación de inconformidad que llega a su límite.
Si el abucheo fue programado demuestra que quienes lo planificaron, no sólo son enemigos del proceso de paz sino fundamentalmente son enemigos de las víctimas y mostraron capacidad de instrumentalizarlas por contagio. Basta un brote de agresividad y la epidemia se propaga, porque el terreno de dolor no atendido, está abonado. Este tipo de escándalos sólo sirven para invisibilizar las justas exigencias de los más débiles en la cadena del horror, que piden verdad, justicia y reparación. El registro mediático empieza y termina en el escándalo.
Pero si se trata de una expresión espontánea de dolor y rabia, alguien en el Gobierno, si se quiere salvar el proceso de paz, tiene que dar un giro de 180 grados. Las víctimas dejaron de ser invitados de piedra que toleran pasivamente un trato distante, aséptico y asistencialista, que no las empodera y reconoce como interlocutoras de plenos derechos.
Hacen falta unas demostraciones de empatía, afecto y solidaridad del presidente Santos con las víctimas de las Farc. No hay un solo mensaje de televisión que no esté destinado a la propaganda del proceso, pero donde están ausentes la dignificación de las víctimas y la compasión con el dolor vivido por millones de colombianos. Hay más cercanía personal de los negociadores con las Farc, que con sus víctimas. Y eso finalmente se hace evidente.
Vamos tristemente a repetir el caso español: las víctimas de Eta instrumentalizadas por el Partido Popular y las víctimas del 11 M por el Partido Socialista. Aquí, las víctimas de paramilitares y de Estado ideologizadas por la Marcha Patriótica y las víctimas de las Farc, rodeadas de pretendientes políticos, con intereses polarizantes. Mientras la parte del Gobierno que negocia, las teme y las subestima simultáneamente, sin atreverse a una interlocución franca y humanitaria, que enriquecería el proceso.
Y mientras en Colombia estamos en la prehistoria buscando la organización de las víctimas de las Farc, en la Habana van a años luz. Basta leer con atención los muy elaborados y estudiados comunicados de las Farc, para comprender que todo avanza sin tener en cuenta la opinión de las víctimas. Y lo más preocupante, el silencio del Gobierno que otorga.
¿Está de acuerdo el Gobierno con realizar un censo nacional de víctimas? ¿Con qué fin? ¿Y qué pasa con el realizado por la Unidad? ¿Cuál es el propósito de “formular una tipología de las víctimas según hechos victimizantes”? ¿Seguir amparando en un todo, las acciones de las Farc?
Y ¿están listos los medios de comunicación, los empresarios y los grupos económicos, que han sido tan poco críticos con el proceso, a ser enjuiciados por las Farc?
Lean los documentos por favor.