Escasos minutos después de las 4:00 p.m. del pasado domingo, la Registraduría inició la expedición de los primeros boletines que contarían, horas más tarde, la historia y lecciones que nos dejaron las elecciones del 27/10.
Debemos comenzar con un reconocimiento al registrador Galindo, quien se despide de su cargo con una organización electoral impecable y cuyos resultados le ofrecen garantía a los ciudadanos y solidez a la democracia colombiana.
También merece una mención especial el ambiente generalizado de tranquilidad en el que transcurrió el proceso electoral. El país se empieza a acostumbrar a elecciones sin los sobresaltos del pasado.
No obstante lo anterior, la falla más notoria estuvo a cargo de aquellas autoridades cuya falta de acción permitieron que salieran elegidos gobernadores, alcaldes, diputados y concejales que tienen procesos pendientes -algunos de ellos por casos de corrupción y abuso de autoridad-. Esto nos llevará seguramente en un próximo futuro a ver cómo deben ser removidos de sus cargos o sancionados.
Ahora bien, respecto de los resultados, tengo que destacar en primer lugar el remezón que sufrió el mapa político del país, ahora teñido de verde. La centro-izquierda ganó terreno, sus propuestas guiarán las principales capitales del país, un tema de reflexión para los partidos políticos tradicionales que, a su vez, recibieron un golpe general y muchos desencantos en municipios y departamentos donde sus candidatos no fueron escogidos.
Por otra parte, es muy significativa la derrota que sufrió el expresidente Álvaro Uribe con sus candidatos del Centro Democrático, más aún cuando el Presidente de la República es de esa extracción política. Otro que acusó el golpe de los electores fue el senador Petro, quien quedó en la foto de los olvidados con muchos de sus adversarios políticos. El país está aburrido de los discursos altisonantes que llaman a la polarización de fuerzas.
Y qué decir de las derrotas de los otros partidos. La estrategia de las coaliciones no funcionó y confundió al ciudadano. El caso que más preocupa es el del Partido Conservador, su resultado prende las alarmas pues de seguir como va, tendremos que acompañarlo al cementerio.
En el caso de Bogotá, el triunfo de López refresca la política local y, aunque le gusta la polémica, esperemos que la nueva Alcaldesa que tiene para el futuro aspiraciones mayores, haga una buena administración, pues es algo que necesitamos todos los habitantes de la capital de la República. El alcalde Peñalosa aparece en la lista de los derrotados. Nos deja una ciudad donde las calles parece que hubieran sufrido un bombardeo, ya que hay huecos -o por qué no mejor llamarlos cráteres- por todas partes. Ya es notorio que cuando uno llega al territorio de Bogotá empieza el mal estado de las vías y los carros empiezan a sufrir daños y desajustes por culpa del mal estado de las calles y vías de la capital de la República.
Los otros derrotados sobre los cuales será muy difícil rescatar su credibilidad son las firmas encuestadoras. Podríamos decir que en algunos casos gracias a ellas o mejor por su responsabilidad, muchos electores cambiaron su voto. Por último, lo que es claro es que los electores ya están cansados de los tradicionales líderes políticos, de la corrupción y de la deshonestidad y ahora votan por candidatos nuevos. Todos estos hechos el Gobierno nacional los debe tener en cuenta para tomar sus propias decisiones.
Colombia requiere del concurso de todos sus habitantes para poder lograr un mayor desarrollo territorial y regional. La invitación es que nos convirtamos en supervisores de los mandatarios y les exijamos cumplir con sus promesas de campaña.