NO cabe la menor duda que para el gobierno del presidente Santos debió ser un duro golpe las versiones que se han dado sobre una posible reunión que se llevó a cabo en un Club de la Florida, donde tiene su residencia privada el Presidente de los Estados Unidos, entre Donald Trump y los ex presidentes de Colombia, doctores Álvaro Uribe Vélez y Andrés Pastrana Arango, sobre todo cuando los ex mandatarios tienen duros reparos al gobierno en aspectos que son el proceso de paz y el aumento en los cultivos ilícitos en Colombia. Por eso es muy importante que los ex mandatarios colombianos digan oficialmente si esta reunión ocurrió o no, o si se trató simplemente de un encuentro casual en un club, como lo han venido diciendo algunos medios de comunicación.
Porque lo más grave de todo es que el resultado de esa reunión o encuentro podrá interpretarse en el futuro como causa de ver de nuevo narcotizada la agenda colombiana, entre otras cosas, porque el argumento mayor es que los cultivos ilícitos en los últimos seis años han subido de 40.000 hectáreas a 186.000, datos estos reconocidos por la Ministra de Relaciones Exteriores de Colombia en el marco de una reunión de las Naciones Unidas, lo que nos coloca de nuevo como uno de los países de mayor cultivo de hoja de coca del mundo.
Sería terrible que nuestro pasaporte vuelva a los tiempos no muy lejanos en que portarlos en el exterior era casi sinónimo de paria, ya que el tratamiento que nos daban era lo más indignante que un ciudadano podía sentir en las inmigraciones de otros países. También es muy preocupante que además, el proceso de paz tenga inconvenientes y exista el riesgo que la paz lograda en los campos se vea deteriorada y la violencia ocupe de nuevo esos territorios, donde hoy sus habitantes viven momentos de tranquilidad y armonía que ellos mismos habían pensado que no llegaría después de 52 años de conflicto armado.
Esto no quiere decir que esté de acuerdo con todo lo pactado en La Habana. Durante el proceso fui crítico de varios de los puntos tratados y pactados pero una vez se llegó al acuerdo lo defendí con la ilusión de dejar atrás tantos años de conflicto y tantas muertes como consecuencia del mismo. Como sería de distinto el panorama si hubiera primado en todo este proceso el sentido de la política de Estado para que hoy no estemos en la incertidumbre que se siente del ver que depende de los resultados en las próximas elecciones y que todo puede ser objeto de modificaciones. Si eso ocurriere no tendríamos claro qué futuro nos espera. ¿Qué pasaría con los acuerdos de paz y cuál sería la reacción de las guerrillas y de la comunidad internacional?. Lo mejor que nos podría pasar es que lográramos, además de las leyes que se han venido aprobando, un acuerdo político nacional que amplíe las mayorías que se han dado en el Congreso de la República como máxima expresión de la democracia colombiana.