El “triunfo”, reciente, de haber eliminado a un líder de los elenos, nos muestra el horror que vive Colombia. Como estos no entregaron las armas antes de empezar a negociar la paz, la respuesta oficial fue la muerte de jóvenes de ambos lados: el Gobierno no ponderó que un solo muerto en una guerra fratricida (de cualquier lado) es sangre derramada de un hermano; no entendió que nadie pelea pensando que está equivocado: desconoce las diferencias entre pobres y ricos que “clama al Cielo”. Por esto, para ellos la guerra es la solución: no ven que “es mejor un mal arreglo que un buen pleito”. No saben que esto lleva, necesariamente, a los marginados a la izquierda venenosa.
No están viendo que la economía mundial está siendo penetrada por diversas ideologías, creando nuevas formas de egoísmo y de pérdida del sentido social enmascaradas bajo una supuesta defensa de los intereses nacionales. Y el “abrirse al mundo” es una expresión que hoy ha sido cooptada por la economía y las finanzas. Se refiere, exclusivamente, a la apertura a los intereses extranjeros o a la libertad de los poderes económicos para invertir sin trabas ni complicaciones en todos los países. Los conflictos locales y el desinterés por el bien común son instrumentados por la economía global para imponer un modelo cultural único: la sociedad cada vez más globalizada nos hace más cercanos, pero no mas hermanos. (…)
Estamos más solos que nunca en este mundo masificado que hace prevalecer los intereses individuales y debilita la dimensión comunitaria de la existencia. (…) Por eso mismo se alienta también una pérdida del sentido de la historia que nos disgrega todavía más. Se advierte la penetración cultural de una especie de “deconstruccionismo”, donde la libertad humana pretende construirlo todo desde cero: “Si una persona les dice que ignoren la historia, que no recojan la experiencia de los mayores, que desprecien todo lo pasado y solo miren el futuro que ella les ofrece. ¿No es esto una forma fácil de atraparlo con su propuesta para que solamente sigan lo que ellas dicen?
Esa persona los necesita vacios, desarraigados, desconfiados de todo, para que solo confíen en sus promesas y se sometan a sus planes. Así funcionan las ideologías de distintos colores, que destruyen -o de-construyen- todo lo que sea diferente y de ese modo pueden reinar sin oposiciones. Estas son las nuevas formas de colonización cultural (…)
Así, por diversos caminos se niegan a los otros el derecho a existir y a opinar, y para ello se acude a la estrategia de ridiculizarnos, sospechar de ellos, cercarlos. (…) la política ya no es así una discusión sana sobre proyectos a larga plazo para el desarrollo de todos y el bien común, sino solo recetas inmediatistas de marketing que encuentran en la destrucción del otro el recurso más eficaz. (Csf, Fratelli Tutti, de S.S. Francisco) No estaremos viendo que esta aplanadoras económica y social, hoy, debería ser la prioridad del quehacer de Estado, pero nos engolosinamos con el “ojo por ojo y diente por diente...” que cambió la historia del mundo.