Aunque ya es lugar común afirmar que los colombianos tenemos muy mala memoria, no dejan de sorprenderme en la actualidad capitalina, dos hechos que tienen relación con tal afirmación.
El primero relacionado con el embrujo que se apoderó de algunos bogotanos, por fortuna una minoría, quienes a pesar de la pésima labor realizada por el Alcalde Petro, siguen calificándolo en forma benévola y hasta lo tienen dentro de su baraja de presidenciables.
Bastaría recordar algunos hechos contundentes para sentenciar que ese Alcalde, no cumplió con sus promesas de campaña, y que sumió a la ciudad en un verdadero caos en todos sus frentes; estancó la educación, abandonó a su suerte a Transmilenio y su sistema complementario de transporte masivo SITP, al sistema de recolección de basuras y a la empresa de acueducto y gastó miles de millones diseñando un Metro subterráneo por vías donde no cabía la propuesta, etc...
Pero además, refresquemos la memoria: ese Alcalde actuó siniestramente cuando tuvo que enfrentar muy serias decisiones disciplinarias, eludiendo su aplicación con el cuestionable método de presentar miles de tutelas simultáneas en distintos despachos judiciales, haciéndoselas firmar a hordas de ciegos seguidores en un formato previamente elaborado por astutos aunque no admirables abogados.
Aun así, tan pésimo Alcalde, logró engatusar, a punta de verborrea encendida a algunos, para utilizarlos hoy como grupo de choque que pretende revocar a su sucesor, planilla en mano, en búsqueda de incautos firmantes de tan descabellada solicitud.
Pero tendrían que sufrir de amnesia total, y este sería el segundo caso de olvido generalizado, quien apoye tal disparate.
No olvidemos que afortunadamente después de los tres desastrosos gobiernos en línea que, a nombre de la izquierda política sufrió Bogotá, hoy está gobernada por el más preparado de todos, aquel que muchas ciudades del mundo desarrollado desearían tener.
Recordemos además que el Alcalde se ha propuesto superar las altas ejecutorias realizadas por él mismo cuando se desempeñó en el mismo cargo hace diecinueve años, hecho que denota sus altas ambiciones.
Resalto complacido como desarrolla su plan con un manejo acertado de las relaciones entre su equipo y el Concejo como siempre debe ocurrir.
En esa materia, tendríamos que remontarnos a las épocas del Alcalde Andrés Pastrana, hace más de veinticinco años para encontrar una época de tan buenas y eficientes relaciones entre un Alcalde y su “Junta Directiva”, lo que se ha reflejado en el estupendo Plan de Gobierno que se aprobó y sus claras fuentes de financiación.
Dejando gobernar a Peñalosa, Bogotá no solo tendrá por fin el deseado Metro, sino que avanzará en materia del atraso vial que la agobia, dando además un gran salto en materia de atención en salud y seguridad ciudadana.
Comentario aparte merece su plan educativo. Con él avanzaremos en la ambición de contar con la siempre pretendida, pero jamás alcanzada, jornada única, acompañada del paulatino cierre de la brecha en materia de calidad educativa para todos.
Dejemos esos planes de revocatoria para otros frentes…