Dejar pasar | El Nuevo Siglo
Viernes, 1 de Abril de 2022

Apegarnos a alguna situación que nos duele o disgusta es relativamente fácil. Sin embargo, no estamos hechos de velcro.

¿Por qué nos cuesta tanto trabajo aceptar la vida tal como es? Creo que la razón fundamental es que se nos atraviesa el deseo, que resulta ser una espada de doble filo.  El deseo es un motor hacia la transformación cuando está alineado con nuestro ser superior y existe concordancia entre lo que pensamos, sentimos y actuamos, así como con nuestra misión vital.  Para que ello ocurra necesitamos avanzar en la conexión con nosotros mismos, vivir la auto-observación y la compasión.  A la mayoría de las personas, me incluyo, esto se nos complica, mientras vamos ampliando nuestra consciencia y despertamos del letargo natural de un planeta que tiende hacia el caos. 

Evidentemente, es aún más difícil aceptar lo que hay cuando vivimos en automático y no destinamos ni un minuto del día para volver a ser conscientes de nuestra conexión esencial. Allí, el deseo es un tirano que nos maneja desde nuestro ego, ese “espíritu falsificante” mencionado en Pistis Sophia, el libro copto comentado por los doctores Desiree y J.J. Hurtak en el cual se nos invita a desarrollar nuestra sabiduría. El deseo desde el imperio del ego, más que aceptar la vida tal como es, aplaude felizmente cuando aquello deseado se cumple y despotrica ferozmente cuando la realidad, en medio de la incertidumbre, se manifiesta opuesta a lo que ambicionamos. 

En este mundo en evolución, donde la vida es un experimento tanto individual como colectivo, nuestros egos no integrados se estrellan. Ese es el origen de todos nuestros conflictos, desde las guerras, la corrupción y los asesinatos, hasta los chismes y las infidelidades. Los egos colisionan en temas políticos, religiosos, deportivos y sociales, al igual que ante la muerte, ese destino que nos cuesta más o menos trabajo aceptar. Cuando no aceptamos el caos y luchamos contra él, lo retroalimentamos. No es cuestión de resignarnos ante el desorden, sino de trabajar desde un lugar distinto para construir nuevos órdenes.  Es posible cambiar la frecuencia, elevar la vibra.

Estos tiempos electorales que vivimos en Colombia nos sumergen en un mar de humillaciones y descalificaciones, de acciones malintencionadas y emociones mezquinas. Si nos enganchamos y las contestamos, como si no tuviésemos alternativa, seguiremos profundizando la espiral del caos. Podemos atestiguarlas, dejarlas pasar y enfocarnos en construir con discernimiento, para generar mejores ambientes. No se trata de ser objetivos, pues desde nuestra condición individual lo subjetivo importa, bastante. Podemos construir responsablemente desde nuestra subjetividad, con información verificable y actitud amorosa. En la observación atenta del caos -dejando pasar lo que no nos sirve y construyendo responsablemente lo que sí- encontramos nuestra sabiduría.

 @edoxvargas