De Lula a Ollanta | El Nuevo Siglo
Jueves, 20 de Julio de 2017

La revista National Geographic en su versión de junio de 2017 trae en su portada un titular de esos que atrapan al lector: ¿Por qué mentimos? Hace mención la revista a la historia de un estudiante que la universidad Princeton quien en 1989 dio la bienvenida a su clase de primer año a un joven llamado Alexi Santana. El comité de admisión de la prestigiosa universidad norteamericana había considerado extraordinaria su historia de vida.

El alumno Santana se ganó el aprecio de toda la comunidad de la universidad en mención. Académicamente, le iba bien. Siempre sacaba A. Su talante reservado le entregaba un atractivo inusual. Unos 18 meses después una mujer lo reconoció con otro nombre. Ahí, comenzó el Cristo a padecer para Santana y su historia cambió. Santana terminó saliendo esposado de Princeton.

La anterior introducción para comentar sobre el ocaso de dos políticos de gran prestigio en el firmamento suramericano en las últimas décadas.

El primero de ellos, Luis Ignacio Da Silva, alias Lula. Al gran Lula, lo enlularon. Una vez en el poder, lo que hizo Lula fue convocar a un pacto de Unidad Nacional que incluyera todas las fuerzas políticas del país, con el fin de alcanzar los objetivos planteados y acordados con los ineludibles compañeros de ruta “burgueses”. Nació lo que se conoce como la Lulaburguesía, todo aquel afín al régimen de Lula, recibía su tajada, mermelada. La Lulaburguesía consistió en un derrame de energía empresarial que incluía a la petrolera nacional Petrobras y otras grandes empresas, entre ellas el gigante brasilero Odebrecht. Empresas del sector privado capaces de afirmar el simbolismo del “Brasil potencia” (Ver Odebrecht y la “Lulaburguesía”).

(En Colombia, lo primero que hizo JMS una vez en el poder fue convocar a un pacto de Unidad Nacional).

 

El juego de corrupción que desplegó Odebrecht por el continente suramericano correspondió a una de las diferentes formas de lucha que utiliza el comunismo para llegar al poder en una primera instancia, luego sostenerse a como dé lugar. En efecto, no contentos con los ocho años de Lula, vendría Dilma Rousseff con otros ocho años: 16 años en el poder.

(En Colombia, el proceso de paz con las Farc y el ELN no es más que una estratagema para su ascenso al poder. Cambian los tiempos, cambian los personajes, las estrategias siguen siendo las mismas).

No deja de ser relevante que un ex presidente como Ollanta Humala en el Perú termine en la cárcel, caso Odebrecht. Tanto el expresidente peruano, como su señora quien posee un doctorado, fueron acusados por el juez Richard Concepción de corrupción enviándolos a la cárcel preventiva con el fin de evitar su salida del país. El juez ordenó su captura tanto a nivel nacional, como internacional. (Ver Ordenan prisión preventiva para Ollanta Humala y Nadine Heredia).

En el caso de Lula, es corrupción además de posible blanqueo de dinero; para el caso de Ollanta es corrupción y violación de todas las normas electorales existentes en el Perú sumado a que posiblemente recibió soborno a través de cuentas internacionales.

No deja de ser paradójico que mientras en los demás países suramericanos donde estuvo involucrada la compañía Odebrecht en casos de corrupción gubernamental se producen arrestos simbólicos; en Colombia el Consejo Nacional Electoral guarda silencio, ¿cómplice?

Frente al evidente hecho donde se produjo el ingreso de los dineros ilícitos de la compañía Odebrecht a las campañas presidenciales: ¿Por qué mentir, señores?

Puntilla ¿Alguien sabe algo del caso de AGH?

@RaGomezMar