De la pasión a la compasión (IV) | El Nuevo Siglo
Viernes, 25 de Marzo de 2022

Se suele confundir pasión con amor: mientras que la primera es un aspecto distorsionado del ánimo, la segunda es la fuerza más poderosa de los multiversos, que se manifiesta en estados del ser.

La confusión ha sido alimentada, inicialmente, por novelas, canciones y poemas.  Con Neruda aprendimos que “es tan corto el amor y tan largo el olvido”.  Juan Gabriel nos cantaba: “yo no nací para amar, nadie nació para mí”.  Y nuestro gran García Márquez nos dice en Memoria de mis putas tristes: “Descubrí, en fin, que el amor no es un estado del alma sino un signo del zodiaco”.  Claro, comprendo que el arte se da licencias metafóricas. Sin embargo, de tanto repetir algo erróneo se vuelve una verdad en minúsculas, más cuando la dice alguien famoso. ¡El amor no es corto, es eterno! ¡Todos nacimos gracias al amor y es por él que seguimos viviendo! ¡El amor es mucho más que un estado del alma!

En esas sonoras frases se coló la pasión: en la primera, se expresa la ceguera ante lo eterno, y ahí emerge la pasión de la insatisfacción por esa imposibilidad de ver.  En la segunda, la negación de sí mismo, que revela la pasión de la pereza de reconocerse y ocupar el propio lugar. En la tercera, desde el reduccionismo y la fragmentación, surge la pasión del castigo que nos niega la totalidad.  Por ello es que distinguir el amor de la pasión se complica, porque tenemos un sinnúmero de referentes que damos por ciertos, sin detenernos a reflexionar si honran la vida y al amor o por el contrario nos hunden en la privación de toda nuestra grandeza.

Sí, somos pequeños y estamos aprendiendo, al igual que cantantes, poetas y escritores, por más famosos que sean.  Necesitamos beber de fuentes que nos conecten con nuestra totalidad, que nos permitan evidenciar la grandeza del Amor, con mayúscula, y nos inviten a ejercerlo de manera incondicional.  Surge la compasión cuando nos sentimos completos y dejamos de creer en la media naranja; también, cuando honramos cada momento de nuestra vida y cada circunstancia, sea la que sea; igualmente, cuando reconocemos nuestra verdadera naturaleza amorosa, que nos permite centrarnos en nuestro ser y reconocernos.  Desde ese centro y ese reconocimiento podemos reconocer a los demás, honrarlos y amarlos incondicionalmente.

Te invito a que atestigües tus pasiones, sin juicios. Sí, auto-observarnos es posible.  Cuando reconocemos que somos amor, las pasiones se diluyen, sin lucha ni conflicto.  Te invito a que tomes un momento, inhales todo el amor, que renueves el amor que eres y te sigas integrando.  Es posible pasar de la pasión a la compasión. ¡Hagámoslo aquí y ahora!

@edoxvargas