Se buscan colombianos que generen en sus compatriotas credibilidad y confianza. Y ¿cómo identificarlos si a través de los espacios de visibilidad, como las redes sociales, se presentan a sí mismos con tantas y tan variadas máscaras? Por ejemplo, el político que transita de partido en partido, de movimiento en movimiento, siempre atrayendo sobre si los reflectores mediáticos, defendiendo con audacia y desparpajo las causas de quiénes están en la cresta de la ola del poder, cualquiera que este sea, siempre y cuando les conserven, en las zonas no visibles, el entramado oscuro que los sostiene. Ejercen, simultáneamente, de acusadores para perseguir de manera implacable a quiénes los señalan, y de "víctimas perseguidas" si alguien osa dudar de su "honorabilidad". Dominan la clásica "huida hacia adelante". Su defensa consiste en ponerse en primer plano como "víctima perseguida por atreverse a denunciar" y como dueños de la moral y campeones de la ética.
Otra de las tácticas usadas, de manera estratégica especialmente por sectores de izquierda, es la caricaturización, la demonización del adversario político que los ha combatido. Trabajan con ahínco y en alianza con periodistas de renombre "iluminados" por las ideologías que quieren volver "obligatorias" para el resto de sus compatriotas, a quienes menosprecian por "ignorantes". Estos terminan siendo subalternos de quiénes les mueven los hilos, muchas veces desde afuera. Y mientras tanto, se consolida públicamente el imaginario en contra del adversario que buscan desaparecer del escenario político. Lo han logrado dibujar con todos los extremos que ellos conocer muy bien al interior de sus filas.
Otro distractor que debilita la credibilidad y no permite construir confianza, es la propaganda, ¿Cómo puede el ciudadano descubrir al verdadero ser humano que vive tras la máscara fabricada por la propaganda? Ahora, se accede con mucha facilidad a esos magos de la imagen. Parecen diseñadores de dibujos animados. Fabrican los atuendos exteriores e intentan con destreza hacer ver cualidades interiores "necesarias", sean o no atributo del cliente.
Y quien reina en esa marea ensordecedora de las redes son las emociones. Estas salen a borbotones. Atrofian el aquí y el ahora en una sucesión frenética de impulsos. Basta mirar el twitter, con la mezcla de información y desinformación que provee, también va mezclada rabia, indignación, euforia, intereses, envidia, odio, miedo... Hasta las millones de verdades que transitan por esta avalancha resultan difíciles de identificar porque se enlodan y confunden con el "Yo" de quien transmite. Lo que induce a la lectura no es la verdad, es la emoción que funciona como catapulta del ego del emisor.
Tenemos necesidad de creer y confiar, para poder elegir bien y que la forma no siga contaminando el fondo. En Colombia hay mucha gente idónea. Queremos verla, conocerla y elegirla. Las nuevas autopistas de la información, siguen siendo un medio maravilloso y aún muy desaprovechado para el tránsito de lo mejor del ser humano.
@DianaSoGiraldo