Riesgo político-estratégico de hoy
Ahora que comienza el cuarto intento de negociar la terminación del conflicto con las Farc, conviene reflexionar partiendo de elementos históricos que permiten comparar momentos político-estratégicos. Veamos.
Los gobiernos Turbay (1978-1982) y Uribe (2002-2010) decidieron buscar la finalización del conflicto armado otorgándole prioridad a las acciones del poder coercitivo del Estado (seguridad y justicia). Y los dos gobiernos que los sucedieron Betancur (1982-1986) y Santos (2010- ¿?), más el primero que el último, decidieron buscar también la terminación de la confrontación armada pero privilegiando las acciones del poder persuasivo (político y social). Y de la estrategia de las Farc ante dichos cambios de rumbo se pueden derivar lecciones que, sabiéndolas leer, evitarían sorpresas.
Es un hecho, ya decantado por el tiempo, que el M-19 le ganó el pulso político al gobierno Turbay. Hacia el final de ese mandato una encuesta de la revista Cromos informaba que el 76% de los colombianos privilegiaba la negociación política del conflicto frente a represalias contra el M-19 (8%). Es más, dicho gobierno, caracterizado por la fuerte represión ejercida, finalizó sin “Estatuto de Seguridad” y sin avances reales en la pacificación del país. Es más, en ese momento el M-19 ya se había convertido en el portador de “la bandera de la paz”. A su turno las Farc usufructuaron los réditos políticos de sus competidores guerrilleros y realizaron la “séptima conferencia” en la que tomaron decisiones como “destetarse” del partido comunista y convertirse en una especie de partido político armado para “luchar por la toma del poder”.
En ese panorama el principal tema de debate de la campaña a la Presidencia entre Betancur y López no podía ser otro que el de la paz: ¿cómo permitir que la bandera de la paz fuera portada por una guerrilla y no por el Gobierno con el Jefe de Estado a la cabeza? En la respuesta al interrogante Betancur resultó ser más creíble y llegó a la Presidencia. Pero las negociaciones fracasaron estruendosamente con el M-19 y de manera confusa con las Farc quienes asumieron el rol de “guerrilla buena” en contraste con quienes asaltaron el Palacio de Justicia en 1985. El punto a destacar es que el gobierno Betancur terminó con una “tregua” firmada con las Farc que, aunque más en el papel que en la realidad, estuvo vigente hasta 1990. Es decir, entre los tres actores mencionados las Farc ganaron la partida.
Como es sabido un cambio de rumbo similar se ha presentado entre los gobiernos Uribe y Santos. Pero la principal diferencia está en que mientras Betancur fue inequívoco en su estrategia eminentemente política, el gobierno Santos ha sido ambiguo en si el esfuerzo principal está en lo político o en lo militar. Y está ambivalencia puede ser explotada por las Farc quienes desde el 2008 y paulatinamente han ido privilegiando lo político, y son todo menos inválidos políticos en especial con vecinos como Chávez.