Consenso democrático | El Nuevo Siglo
Lunes, 9 de Octubre de 2023

Con ocasión del Congreso Regional de Academias Jurídicas de América del Sur, organizado con gran éxito por la mesa directiva de la Academia Colombiana de Jurisprudencia, y en particular por su presidente Augusto Trujillo Muñoz, se planteó un sustancial debate sobre el tema del consenso democrático y los retos que al respecto se plantean en la región.

Hablar de democracia de consenso contiene en sí un cierto pleonasmo, pues sin consenso es difícil concebir la democracia. Empero es claro que es apenas una de las aproximaciones para su entendimiento y que en su análisis se impone tomar en cuenta otros conceptos que son también consustanciales a aquella, comenzando por su contrario, el disenso, sin el cual tampoco puede entenderse la democracia.

No resulta exagerado entender que las nuevas representaciones del disenso en los formatos populistas que recorren el mundo, deben interpretarse como una real amenaza que podría poner en riesgo los consensos democráticos básicos alcanzados.

Bien se lea el famoso texto de Fukuyama en su versión original del fin de la Historia o en su reciente reformulación, que intenta tomar en cuenta las nuevas manifestaciones del conflicto en las sociedades democráticas, en particular en los Estados Unidos, la preeminencia del consenso liberal habría dado paso al efecto que precisamente pretendía evitar, es decir, a la intensificación del disenso, en su versión más pasional y conflictiva. 

El surgimiento de esta corriente populista pretende, en efecto, un cambio de paradigma en el debate democrático. La cuestión fundamental sobre las democracias ya no radicaría en lo adecuado de unos determinados valores que cohesionen mínimamente la sociedad, sino en la imposibilidad de llegar a un consenso racional sobre los mismos,  en subrayar el carácter esencialmente conflictivo del conglomerado social. Y ello precisamente aprovechándose de un entorno en el que las sociedades contemporáneas viven en un alto nivel de incertidumbre.

A lo que se suma la voluntad de eliminar, debilitar o neutralizar los mecanismos institucionales que obstaculizan la arbitrariedad del líder que se asume como depositario de la voluntad popular.

Afirmar la improbable convivencia entre populismo y democracia, así como la prevalencia de la opción del consenso democrático, no comporta negar o deslegitimar la controversia, la confrontación de ideas, la posibilidad de cambio.  Peces Barba recordaba que el consenso son las reglas de juego de la convivencia, en la que solo una ellas no puede cambiar, y es precisamente la posibilidad de cambio. Se trata entonces de que estas puedan expresarse,  solamente  que dentro del respeto de unos  presupuestos básicos que se convierten en coto vedado para el disenso.

A la manera de lo enunciado para el caso de los derechos fundamentales, habría que afirmar la existencia de un coto vedado sobre los principios esenciales del Estado de Derecho. En un contexto en el que los diferentes populismos de izquierda y de derecha pretenden desconocer sus bases y los presupuestos mismos de la democracia, entre ellos la temporalidad del ejercicio del poder, la alternancia, pero también en el que se instrumentalizan los elementos propios del Estado democrático de Derecho -en Venezuela y Nicaragua, pero también en Salvador o Guatemala-, es imperativo afirmar y defender su verdadera esencia.

Esa es tal vez la importancia de abordar en el contexto de las academias esta temática y la explicación de nuestra defensa a ultranza del mismo.

Adenda. Se deben condenar sin ambigüedades las acciones terroristas de Hamás contra la población civil con las que se inició esta nueva etapa del conflicto entre Israel y Palestina. La necesidad de un acuerdo entre los dos pueblos involucrados en esta tragedia y de asegurar el respeto en toda circunstancia de los derechos humanos de ambos, no puede servir para desconocer o minimizar el significado del asesinato de cientos de civiles inermes, y del secuestro de mujeres, niños y adultos mayores inocentes.

@wzcsg