Puede ser osado escribir sobre la canciller Ángela Merkel sin tener todo el bagaje para sintetizar su importante legado para Alemania, Europa y el mundo, tras sus cuatro períodos continuados de gobierno. Sin embargo, ante la proximidad de las elecciones presidenciales en Colombia, bien vale la pena acercarse a su talante y proponer un timonazo a la forma como empieza esta campaña y al encendido debate político que comienza.
El respeto, sin importar la tendencia ideológica, a su autoridad, pero también hasta el punto de llamarla “Mutti”, es gracias a cómo pudo elevar la dignidad del político. A esta se suma su capacidad para mantener una popularidad, mencionada como “inoxidable” cercana al 50%, donde se demuestra su fervor por la gente que superara su espíritu científico como física de profesión.
La “reina de Europa”, como también se le apoda, que trabaja con austeridad, sin ostentaciones, sin alarde de la imagen pero siempre bien puesta, con un dominio de manos sencillo y reconocido, con una voz segura más no agresiva y fiel a unos principios básicos -los mismos de su partido el CDU- de libertad, justicia y solidaridad, pilares de la economía social de mercado promulgada por su mentor Konrad Adenauer, que no escatima nunca en ponerlos al servicio del consenso entre posiciones distantes.
Se distancia mucho su forma de hacer política del entorno que rodea hoy la contienda política colombiana ensañada en el grito, la polarización y el idilio, promovida, muchas veces, por los mismos líderes en las redes sociales.
Al dedo viene su posición frente al derecho a la libertad de opinión: “expresar una opinión tiene sus costes. La libertad de expresión tiene sus límites. Esos límites comienzan cuando se propaga el odio. Empiezan cuando la dignidad de otra persona es violada. Esta cámara debe oponerse al discurso extremista. De lo contrario, nuestra sociedad no volverá a ser la sociedad libre que es”. Para afirmar que una sociedad moldeada por el miedo no puede tener el control sobre el futuro.
Su legado tiene que ver no sólo con la manera de hacer política, con la integración de la Unión Europea y una posición recia a favor de la cooperación y la acogida a los refugiados, sino también con el manejo de la economía centrado, o mejor muy concentrado, en la capacidad exportadora, esa que es de paso lento en nuestras lides y que debía ser vara de medida para nuestros candidatos.
Dejar una vigorosa industria volcada al exterior es uno de sus mayores legados, donde velar por la competitividad de los productos fue factor clave para impulsar una economía que recibió con cinco millones de desempleados.
Finalmente, no obsta repetir su clara conciencia ante el quehacer del político, como muy lejos y bien lejos de quienes los ven como una alternativa para enriquecerse. “El que decide dedicar su vida a la política sabe que ganar dinero no es la prioridad”: Angela Merkel.
*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI