Es asombroso que la Humanidad todavía no sepa vivir en paz, que palabras como 'competitividad' sean las que mandan frente a palabras como 'convivencia'.
José Luis Sampedro
“No más tiempo para el odio, es hora de reconciliación”
Escribiendo esta nota, llega a mi mente una frase popular, muy usada cuando hay despelote, trifulcas, desorden y no hoy quien oriente al pueblo a salidas dignas a un problema: “Que entre el diablo y escoja “.
Nuestro país, está hecho un caos, un miercolero y no hay luz al final del túnel.
Todos contra todos, están acabando con la esperanza, con el amor, con el afecto a la tierra, con el apego a la nacionalidad, con el respeto a la diferencia, con la solidaridad, aquí pareciera que sale a flote una sola frase, “sálvese quien pueda”.
Nuestros dirigentes siguen siendo inferiores a su responsabilidad política, social y familiar. Aquí todo vale, pedrada en ojo tuerto, puñalada trapera, zancadilla, patadas a la lonchera, pegarle a la mama, mejor dicho, están sacando todo el odio recóndito en el cuerpo, porque alma no tienen.
Colombia, diamante en bruto, cayó en manos de personas que están es destrozar la poca credibilidad de los electores en sus candidatos a todas las corporaciones públicas.
Estamos perdiendo la felicidad, el orgullo de ser colombianos, porque la podredumbre está por todos lados, nos está carcomiendo la corrupción, que tiene frenado el desarrollo y bienestar del pueblo. Me pregunto: ¿no podemos llegar a acuerdos nacionales, por encima de esos intereses politiqueros, en temas de salud, de extinguir la pobreza, en educación, en una reforma agraria que salve a nuestros campesinos, temas que son de interés de todos los partidos?
Debemos retomar la dinámica los jóvenes para ponerle el hombro a nuestro país e impedir que nos dejen una nación arrasada por el huracán de las bajas pasiones.
Necesitamos urgentemente que nuestra gente gane más, que cada día no haya más ricos sino menos pobres, que aquellos que atesoran y atesoran capitales y los invierten fuera del país, los traigan para crear riqueza.
Creo profundamente en la paz con los alzados en armas, porque nos permitirá superar el conflicto, abrir espacios de convivencia y desarrollo y poder enrutar el país hacia un verdadero camino de reconciliación, progreso y desarrollo más humanitario.
No es sano que la riqueza se siga concentrando en unos pocos, que además no se la podrán llevar cuando partan de este mundo, pero mientras tanto pueden, si entran en razón sus dueños, ayudar a sacar al país de la grave situación económica y generar posibilidades de más empleo, diversificar producción, mejorar servicios públicos y sobre todo dar más bienestar a nuestros compatriotas. Es mejor que figuren en los corazones de los colombianos y no como los más ricos en la revistas de farándula.
Unámonos todos contra la desigualdad, apoyemos decididamente a nuestros campesinos, a nuestros hermanos indígenas, a nuestras etnias, a todo aquel que no tenga lo necesario para tener un vivir adecuado justo y necesario. Por nuestros niños por nuestras mujeres, trabajemos unidos. No más tiempo para los odios, es tiempo de generosidad y amor.