En el antiguo imperio ruso, poblado por pueblos analfabetos y con un evidente atraso industrial, tardó mucho tiempo el fin de la edad media, como lo hicieron los ingleses en 1640 y los franceses en 1789 para ponerle término a la monarquía absoluta.
Como dice Cristopher Hill en su libro La Revolución Rusa, “en la Europa occidental, los siglos XVII, XVIII y XIX fueron la época de la expansión capitalista durante la cual las clases mercantil e industrial arrebataron el poder económico, primero, y después el político, a las aristocracias terratenientes.” Agrega que “el poder seguía estando exclusivamente en las manos del zar autocrático, que gobernaba por medio de una burocracia corrompida y se apoyaba en una aristocracia omnipotente en el campo y dueña y señora de todos los cargos de importancia en el ejército y la administración.”
Pero hubo otros factores y circunstancias -sostiene este autor- que propiciaron las condiciones para el derrumbe del régimen político y el triunfo de los bolcheviques: la tremenda debilidad de carácter de Nicolás II, de quien se dice era un buen esposo y un buen padre, como también lo fueron Carlos I de Inglaterra y Luis XVI de Francia, quienes dominados por esposas poco inteligentes con la condición de extranjeras y odiadas por el pueblo de sus países, no fue poco lo que contribuyeron a la ruina de sus gobiernos y a la caída de sus esposos.
La Zarina de Rusia cayó en manos de Rasputín a quien consideraba un “enviado de Dios” por la influencia que ejercía sobre su hijo hemofílico. Rasputín, a quien algunos veían como un santo, se convirtió en un gran manipulador del poder al punto de determinar la marcha del gobierno, de la política y de la guerra.
Según Hill, fue la estructura casi feudal de la sociedad rusa la causa determinante de la caída del régimen autocrático que gobernaba a Rusia lo que propició las condiciones para el triunfo de los bolcheviques en 1917. Si al régimen del antiguo imperio ruso se le hubieran introducido oportunamente las reformas que demandaba la evolución de la sociedad y los tiempos, como el tránsito de una monarquía absoluta y autocrática a una de tipo parlamentario, como en Europa central; si se hubiera puesto a tono con la modernidad comenzando el siglo XX, avanzando rápidamente en su proceso de industrialización, adoptando formas democráticas de gobierno, reconociéndole derechos a los ciudadanos y abriéndole espacios a las nuevas expresiones de la sociedad, como la clase media, es probable que los bolcheviques no hubieran llegado tan rápido al poder después del gobierno de transición de Kerenski.
Aunque es especulativo, algunos creen que de pronto hubiera sido más difícil la imposición del experimento de lo que llamaban socialismo científico, que terminó siendo una modalidad más del socialismo utópico. Lo cierto es que el marxismo, como teoría económica y como modelo político, finalmente no terminó de consolidarse del todo, de acuerdo con sus postulados, en la antigua URSS, tampoco en la China y en ningún otro país.