CARLOS MARTÍNEZ SIMAHAN | El Nuevo Siglo
Sábado, 31 de Mayo de 2014

Juego de tronos

 

Toda elección democrática deja nuevos liderazgos. Es la natural y conveniente renovación de la dirigencia que se somete al veredicto  ciudadano. Así acaba de suceder en la primera vuelta para elegir Presidente de la República. Sobreponiéndose a mil dificultades, Marta Lucía Ramírez se perfiló como la figura central de una etapa promisoria del Conservatismo colombiano. Su candidatura llegó al corazón de las masas azules que estaban cansadas de no tener real opción de poder. Aunque no la queríamos oír, la voz que se expresó clamorosamente en la Convención de enero, puso en las urnas dos millones de votos. Su valiente gesta apenas empieza. El futuro, lo habíamos vaticinado en esta columna, le pertenece.

Asimismo, Clara López, a un Polo golpeado por los desastres de Bogotá, lo renueva, lo acrece y lo consolida como un partido de alternativa, portavoz de una izquierda democrática, moderna y tolerante.

El caballo que viene de atrás gana, dicen los hípicos. Se cumplió el aforismo con Óscar Iván Zuluaga. Le puso frescura al uribismo, vendió un programa atrayente y serio, y recogió gran parte del pueblo colombiano que se manifestó en contra de la reelección. Sus “diálogos ciudadanos” sirvieron de resonancia a la recuperación de la seguridad democrática, que es demanda permanente de las poblaciones. Y Uribe, el único caudillo, recorrió el país renovando sus contactos con un pueblo que lo admira y le agradece su gestión.

El Presidente-Candidato sufrió las consecuencias del “bogotanismo” exacerbado de su Gobierno, reflejado en su fórmula electoral. Dicen los analistas que el cambio de formato de “Los Acuerdos de la Prosperidad”, en vez de acercarlo, lo aisló de las regiones, pues los voceros de las alcaldías y de las comunidades, eran seleccionados previamente. Hizo esfuerzos meritorios, pero la comunicación resultó superada por la desconfianza. La abstención así lo prueba. Ahora bien, apenas ha perdido el primer round y está alistando sus huestes para la batalla de junio. La apuesta por el éxito en los acuerdos de La Habana puede darle nuevos aires en una sociedad que no cree en las Farc, pero sí anhela y necesita la paz. ¿Quién ganará? Cuando le hicimos la pregunta a un experto en los sondeos de opinión, me contestó a lo Tayllerand: “Cállate que me comprometes”.

Todas esas fuerzas que se la jugaron en mayo, se recomponen ahora en una lucha despiadada. Vencer o caer vencido. Es un Juego de Tronos, como en la saga de Hielo y fuego, la novela fantástica de G. Martín.

La mayoría del Polo se va con Santos. Peñalosa: saludo a la bandera. Por su parte, el Conservatismo se ha dividido peligrosamente. Se avecina un “pleito de investiduras”. No solo frente al próximo Gobierno, es frente a nuestros electores, que debemos estar unidos. Todos se necesitan. Todos nos necesitamos. Los expresidentes Betancur y Pastrana tienen la tarea de reconstruir el camino de la unidad azul.

P.S. Muy importante el mensaje de Andrés Pastrana