CARLOS MARTÍNEZ SIMAHAN | El Nuevo Siglo
Sábado, 8 de Febrero de 2014

Literatura y corrupción

 

Sorprendió  la numerosa audiencia que asistió, durante el Hay Festival, al conversatorio ¿Puede la corrupción acabar con un país? ¿Cómo socavan a las naciones el delito organizado, el narcotráfico y la impunidad?, moderado por Sergio Dahbar.

La periodista mexicana Anabel Hernández, autora de “Los señores del narco, describió el sombrío panorama de su país donde, en los últimos años, se contabilizan más de 90 mil ejecuciones y 30 mil desaparecimientos. Creímos entenderle que la guerra desatada por el Estado, en el Gobierno anterior, no alcanzaba a ocultar el favorecimiento al cartel de Sinaloa y que a este hecho se debe la proliferación de las bandas criminales que nacieron para enfrentarlo y competirle en sus empresas de delito y muerte.

Ante los interrogantes de Jaime Abello relató que si bien ayer los traficantes mexicanos eran subalternos de los colombianos, hoy ocurre lo contrario. Las persecuciones, amenazas y asesinatos de periodistas intentan ocultar la monstruosidad e intensidad de la delincuencia organizada. “No hay sino dos caminos frente al miedo: silenciarnos temblorosos o denunciar, denunciar temblando, pero denunciar. Yo opté, por lo segundo”, remató altivamente Anabel.

El venezolano Carlos Tablante, autor del libro Estado delincuente”, narró con precisión las múltiples maneras de las cuales se vale el Gobierno de Maduro para prohijar la corrupción. La compra de los medios de comunicación independientes ha dado lugar no solo a las noticias homogéneas pro-régimen, sino a un Estado homogéneamente corrupto. El conocido episodio del avión de Air France, lleno de cocaína, puso en evidencia el amparo que las fuerzas de seguridad le brindan al narcotráfico. Pero la corrupción gubernamental se percibe en múltiples escenarios: Pedevesa; control de cambios; importación de alimentos; tráfico de órganos; contrabando de gasolina; casas prefabricadas… Este último caso, con oficinas cómplices en Barranquilla y Quito, donde  están bajo investigación. Las bandas están muy bien organizadas y cada una de ellas con padrinos oficiales conocidos. La de los “enanos”, bautizada por la estatura de sus miembros, es gigante en corrupción. Tablante concluye: Venezuela es un Estado mafioso.

El tema y la asistencia al conversatorio indican la preocupación por la imparable corrupción, que está carcomiendo las sociedades contemporáneas. Desde todos los ángulos surgen las críticas. La esperanza puesta en la democracia, luego de su triunfo sobre el totalitarismo, se debilita a grandes pasos. La captura del sistema democrático por un capitalismo indolente y cuestionado va en aumento, ante la impotencia de los “indignados” de Europa, de los pobres de América Latina, de los rezagados de África.

Es admirable, sin embargo, que desde la literatura, surjan las voces que claman por un orden más justo, por una política limpia, por un Estado ético. Como en la filosofía se dice que “el hombre supera infinitamente al hombre”… sigamos en la brega y démosles paso a la alegría y a los recuerdos que nos trajo la voz inconfundible de Cenélida. Gracias, Cristina. Gracias, Jaime.