PÁGINAS
Recuerdos, amigos y adioses
Con el semanario La Calle, López Michelsen y el MRL colocaron el debate político en el escenario de la economía, de las propuestas. Se empezó a dar un debate de ideas, que había estado ausente del combate político. Ya había escrito a su padre, en 1954, “la política ha dejado de ser una ocupación de los más preparados intelectualmente para convertirse en el dominio reservado… de pistoleros”. El oficialismo liberal, con jerarcas de la talla de los Lleras, fue sorprendido en materia programática. Tejieron, entonces, la versión que el viejo López estaba distanciado de su hijo y que no compartía sus críticas a la política de la alternación pactada en el Frente Nacional. Si no recuerdo mal, la conseja empezó a diluirse cuando se evidenció que López Michelsen había redactado el discurso de su padre para la ceremonia de Honoris Causa en la Universidad Nacional.
Regresan esos momentos cuando se pasan algunas de las páginas de “López. Sus Demonios, Amores y Batallas políticas”. Hermosa edición. La presentación de su autora, Diana Sofía Giraldo, fue magistral: elocuencia, pasión, admiración e investigación. Para Felipe, Alfonsito y Juan Manuel, un abrazo.
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Lácydes Moreno Blanco
No aceptaba ningún otro título que el de “cocinero”. Fue su pasión manejar las viandas que hacen exquisita la vida del hombre. Formal y académicamente culto, perteneció, Lácydes, a una pléyade de intelectuales y políticos cartageneros que en sus inicios, a finales de los años cuarenta, pronto le dieron a Cartagena uno de sus momentos estelares: Araujo Grau, Lequerica Vélez, López Escauriaza, Emiliani, Lemaitre, De la Vega y, el más joven, Del Castillo Matheau.
Recientemente había aceptado el premio a su vida y obra con que lo honró el Ministerio de Cultura y hace pocos años fue recibido como Académico de Número de la Academia Colombiana de la Lengua. Fue éste su más preciado galardón. La disertación en la toma de posesión: La Palabra, Hija También del Fuego, tiene aromas cervantinos. La prosa es para releerla y degustarla. La historia del fuego y la cocina… deleitosa: “… que la sustancia haga asordinados requiebros al hervir y no el alarido en la ebullición. No importa el tiempo, el amor tampoco lo conoce…” Ahora, Lácydes, les devolverá, adobado, el fuego a los dioses para demostrarles que “cocinar hizo al hombre”.
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Óscar Collazos
Lo conocí en el Festival de los Cuadros Vivos de Galeras. En medio de esas “Calles Vestidas”, alegres y llenas de arte de la tierra, que él asoció a los “Tableau Vivant”, nació con Óscar y Jimena una amistad cercana que se cultivó entre las murallas de La Heroica feliz de los festivales de música y literatura. Había leído mucho de sus cuentos, llenos de experiencias de vida, que inquietaban la sensibilidad y despertaban los demonios de la niñez, como El lento olvido de tus sueños. Y conocía la célebre contienda con Cortázar sobre el compromiso social del escritor. Esa pluma contestataria y acerada le permitió superar, como pocos, las luces cegadoras del Boom… Y regresó siempre al mar, desde donde lo despedimos con nostalgia.