Carlos Holmes Trujillo | El Nuevo Siglo
Domingo, 5 de Junio de 2016

Cuando el pueblo habla

 

LA existencia de distintos espacios para que la gente exprese sus inquietudes, propuestas y reclamos es una de las características de las sociedades democráticas.

 

En Colombia la gente puede votar, participar en consultas populares, referendos, plebiscitos o cabildos abiertos.

 

También le es posible pertenecer a juntas administradoras locales y tomar la decisión de revocar el mandato de Alcaldes y Gobernadores cuando éstos incumplan sus programas.

 

Gracias a la libertad que garantiza nuestra arquitectura institucional está en capacidad de expresarse abiertamente, y hacer parte de organizaciones políticas o de grupos ciudadanos dedicados a la defensa de causas específicas.

Todo lo anterior hace parte de los derechos que le son propios al pueblo colombiano.

 

También está facultado para expresarse en forma pública, pacífica, tranquila y propositiva, a través de otros medios, con el fin de hacerle llegar a las autoridades mensajes relacionados con el presente y futuro de nuestro país.

 

Eso es lo que está sucediendo desde el día de ayer 4 de Junio.

 

Miles y miles de ciudadanos, que no se cansan de hablar a pesar de no ser escuchados tomaron la decisión de consignar en un documento sus expectativas con respecto a las conversaciones entre el Gobierno y las Farc, al igual que la posición que tienen sobre el contenido de los acuerdos a los que finalmente se llegue.

Y de ir a las calles a recoger la firma de quienes libre y espontáneamente deseen sumarse a su contenido.

 

No hay duda de que se trata de un bello ejercicio democrático.

 

Salir a firmar un manifiesto en el que se exprese con claridad cuál es la paz que muchos conciben y quieren es un gran servicio al futuro de nuestra Nación.

Reclamar que no haya impunidad disfrazada para los culpables de los más graves delitos, así como que éstos sean sancionados con privación de la libertad. Pedir que esos mismos responsables no puedan ser elegidos inmediatamente, entreguen real y efectivamente las armas, y pongan a disposición los recursos producto de sus actividades criminales para financiar programas de reparación a las víctimas.  Expresar abiertamente la solicitud de que los acuerdos se pongan a consideración de todos mediante un mecanismo de refrendación adecuado, es bueno para Colombia.

 

¡Hablemos con claridad!

 

Son muchos los compatriotas que respaldan la búsqueda de la paz, pero tienen críticas legítimas a la manera como se conduce el proceso de La Habana y a varios de los acuerdos que se han anunciado hasta el momento.

 

Es importante para nuestro futuro que hayan tomado la determinación de buscar que se los escuche acudiendo a otra de las posibilidades que les da la democracia.

 

Colocar a la disposición de todos el escrito que contiene los elementos de la paz que queremos, para que se unan a su contenido quienes coincidan con lo que se plantea, mediante su firma, puso en marcha una hermosa jornada de la democracia colombiana.

 

Eso es todo lo que están pidiendo los promotores de esta tranquila manifestación colectiva.

Que quienes estén de acuerdo con lo que se plantea, firmen.

 

Lo cierto es que se está frente a la posibilidad de generar un movimiento social  pacífico y propositivo, que puede llegar a tener una capacidad transformadora fundamental para el porvenir de la patria.

 

Quienes hemos defendido las libertades democráticas, y seguiremos haciéndolo, sabemos que cuando el pueblo habla brilla la democracia.

 

Es alentador que tantos hayan escogido este camino para hacerse oír.

¡Firmemos!