Por qué votar en blanco
Porque la campaña a la Presidencia ha mostrado de manera evidente el profundo deterioro del ejercicio de la política en Colombia. ¿Cuál otra es la causa para que la campaña se haya convertido en una abierta confrontación, no por grandes ideas, sino por gravísimas acusaciones de hechos de corrupción, de abuso de poder y de actividades no solo ilegales sino incluso criminales? Aún más, ese pobre ejercicio de la política hizo que las alianzas hipócritas y las cuentas del voto a voto se convirtieran en la prioridad, dejando a un lado la gran necesidad que yace en el alma de los colombianos: la concordia nacional.
Porque la polarización y su consecuente crispación entre santismo y uribismo entró de lleno al punto del “no retorno”. Los mutuos agravios acumulados hicieron que se cambiara el debate político de ideas y propuestas por el de chismes, escándalos y acciones judiciales. Y por si fuera poco, ninguno de sus “líderes” tiene ni talante, ni estilo para desactivar las heridas. Tampoco, y pese a que es “buena gente”, lo puede hacer Zuluaga quien tiene cerrado el margen de maniobra para distanciarse de Uribe.
Porque la polarización ha llevado al país a la falsa disyuntiva entre paz o guerra nublando la mirada para terminar bien el conflicto armado y continuar con el proceso pacificante. Y ni un segundo gobierno de Santos ni la vuelta del uribismo a la Presidencia harían que esa falsa disyuntiva se supere cerrándose así el espacio para un Jefe de Estado que lidere la estrategia de alto calado que requiere el país, la cual tiene que partir de la base de un consenso político para acometer simultáneamente los problemas de justicia, seguridad ciudadana, educación, salud y desempleo.
Porque, pese a sus buenas intenciones, las tres candidaturas diferentes al santismo y al uribismo están quedando ahogadas por la polarización y no pudieron incentivar el entusiasmo por un futuro mejor. Además, la ausencia de debates televisivos impidió que la ciudadanía conociera el verdadero temple de los candidatos (as).
Así pues con cualquiera de los dos candidatos con mayor opción que saliera elegido el país no avanzaría como lo necesita porque la polarización bloquea. Y si tenemos en cuenta la proclividad a la violencia y que el conflicto armado aún no ha terminado, el pronóstico adquiere características de “reservado”. Las heridas entre dichos candidatos, sus seguidores y simpatizantes están ya hechas, y la crispación cuenta con una dinámica propia que solo se detendría con gestos de grandeza que no se vislumbran.
Ahora bien, alguien podría pensar que si el “voto en blanco” se impusiera se daría un salto al vacío, pero no es así. ¿Acaso un hecho político tan contundente como sería la mayoría del “voto en blanco”, no sería presión suficiente para que surjan los candidatos (as) que necesita el país? Es más, habría tiempo suficiente para nuevas elecciones antes del 20 de julio.