Carlos Alfonso Velásquez | El Nuevo Siglo
Lunes, 7 de Diciembre de 2015

COTIDIANIDAD

No solo tecnología contra la atención

“Buscamos la realidad virtual que nos dé la razón en todo”

 

 

DIFÍCILMENTE encontramos hoy padres de familia o docentes de cualquiera de los niveles de la educación que no se mantengan luchando por conquistar la atención de sus hijos o estudiantes a la hora del aprendizaje. Es más, la preocupación sobre la escasez de atención también se ha trasladado a los medios de comunicación. Recientemente Facebook cambió su algoritmo para premiar las historias a las que se dedica más tiempo de lectura en vez de contabilizar solo los “me gusta” y las veces que se comparte o comenta.

Es una manera de hacerse con el recurso más escaso: la atención. El punto es que de la ilusión sobre la multitarea pasamos a reconocer señales que alertan respecto a la capacidad limitada del ser humano para prestar atención y nos estamos desbordando.

 

Ahora bien, la causa de nuestro pobre desempeño en la atención habitualmente se atribuye a la tecnología, a la multiplicidad de aparatos que nos rodean; pero ya hay quienes están analizando que la distracción tecnológica tiene unas raíces más profundas y que nuestro ensimismamiento también está relacionado con corrientes culturales que desde siglos atrás nos apartan cada vez más de la realidad.

 

The World Beyond Your Head: How to Flourish in an Age of Distraction”, de Matthew Crawford, es uno de esos libros que analiza el problema de la atención desde una perspectiva más profunda. La tecnología sí es uno de los factores que Crawford tiene en cuenta, pero también culpa a la autonomía de la razón proclamada por Kant y a su deseo de fortalecer la libertad humana frente a la determinación de la naturaleza, lo cual derivó en la errónea idea de que en la medida en que la persona esté menos influida por la realidad, es más libre. Es decir, hemos aceptado que la tecnología se adueñe de nuestro tiempo porque llevamos siglos deseando que la realidad deje de condicionarnos. Según Crawford, este supuesto fortalecimiento de la libertad paradójicamente nos hace impotentes para tratar con las frustraciones que la realidad conlleva. En consecuencia, buscamos aquella realidad virtual que nos dé la razón en todo, que nos haga sentir que somos los dueños de la situación.  

 

Crawford también reflexiona sobre la relación de confianza que se establece entre el maestro y el discípulo en cualquier aprendizaje de la vida, que se basa en dos supuestos: la mayor competencia del maestro y su veracidad.

Es decir, un cierto grado de dependencia positiva y un antídoto contra la autonomía de nuestra actual cultura. Según Crawford, el sueño de que los cursos masivos online universalizarán el acceso a la educación superior es un fraude, puesto que la interacción con el maestro y los otros aprendices es imprescindible.