“Sobre posible frialdad del Pontífice hacia esa nación”
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Inquietud por visita del Papa a EE.UU.
LA primera vista del Papa Francisco a Estados Unidos que iniciará el próximo 23 de septiembre ha suscitado en los medios de ese país la inquietud sobre la posible frialdad del Pontífice hacia esa nación.
Además por no haberla visitado ni como cardenal, ni como arzobispo de Buenos Aires o provincial de los jesuitas y ni siquiera como estudiante, la inquietud se deriva de su opinión hacia los excesos del capitalismo. La visión del pontífice de que el sistema económico global centrado en maximizar los beneficios está destruyendo a los pobres y el medio ambiente ha levantado ampollas en la sede mundial del capitalismo. Pero como sostiene John Allen, comentarista de asuntos eclesiásticos, “está claro que el Papa ve a los Estados Unidos como parte del problema, tanto como de la solución”.
Según uno de los consejeros del Pontífice, monseñor Marcelo Sánchez, el Papa es consciente de su falta de sintonía con los Estados Unidos, aunque no se puede afirmar que les tenga antipatía. Admira Norteamérica por los principios de los Padres Fundadores, que influyeron en el movimiento de independencia de Argentina. Pero también es cierto que en su visión pesan las repercusiones negativas de algunas políticas de EE.UU. en Latinoamérica.
En su reciente viaje a Ecuador, Bolivia y Paraguay, el Papa Francisco hizo una dura crítica al capitalismo desenfrenado. Una de las frases más citadas por la prensa fue aquella en la que dijo: “…cuando el capital se convierte en ídolo y dirige las opciones de los seres humanos, cuando la avidez por el dinero tutela todo el sistema socioeconómico, arruina la sociedad, condena al hombre”.
Palabras como esas prendieron las alarmas en sectores de opinión en Estados Unidos, pero no fueron dirigidas a ninguna nación en particular sino a todos los hombres y mujeres que quisieran escucharlo. Porque, como explica el economista Antonio Argandoña en el artículo “El capitalismo, la pobreza y el Papa Francisco”: “…me parece que lo que está diciendo Francisco es que ese formidable sistema económico, que ha traído una prosperidad sin precedentes al mundo capitalista, se ha pasado de rosca, y ha empezado un tortuoso camino que no puede acabar bien, si no rectificamos a tiempo. Y rectificar no es cuestión de impuestos, ni de gasto social, ni de regulaciones, ni de más Estado, ni de planificación comunista, sino de cambio de valores. El Papa lo dice claramente: ‘dolorosamente sabemos que un cambio de estructuras que no viene acompañado de una sincera conversión del corazón termina a la larga o a la corta por burocratizarse, corromperse y sucumbir. Hay que cambiar el corazón’”. Lo que falla en el sistema, concluye el profesor Argandoña, “no es el mercado, sino la cultura y la ética”.