Domingo, 3 de Julio de 2016
Se asoma la despolarización
LA crispación política alrededor de la negociación para terminar el conflicto con las Farc, proviene en últimas de la ya irremediable enemistad entre el presidente Santos y el senador Uribe, incrementada progresivamente por las posturas de uno y otro con base en falsas disyuntivas como paz-guerra, castro-chavismo – democracia. Pero últimamente dicha crispación tiende a disminuirse, no por cuenta de los enfrentados sino porque el más reciente foco de esa crispación, constituido por el plebiscito, ha perdido su potencial polarizador paradójicamente debido a las últimas posturas de las Farc.
A la polarizante “resistencia civil” del uribismo, el Gobierno respondió con dos acciones girando sobre la falsa disyuntiva paz o guerra. Primero con imprudentes declaraciones sobre la eventual “guerra terrorista en las ciudades” que adelantarían las Farc si el proceso fracasaba y el incremento de impuestos que vendría porque “la guerra es más costosa que la paz”, asumidas como amenazas no solo por la oposición. Luego anticipó la firma del acuerdo sobre el “cese del fuego y hostilidades bilateral y definitivo” con la presencia de importantes autoridades internacionales y nacionales, lo cual, por el gran despliegue mediático y por la precisión de lo acordado, produjo la imagen de que ¡por fin! “la guerra con las Farc había terminado”.
A su turno las Farc, participaron en el evento en la misma tónica del Gobierno, pero dejando a un lado la queja de que el mecanismo de refrendación no se había negociado con ellos, le agregaron al asunto un ingrediente clave al someterse a la institucionalidad colombiana aceptando anticipadamente el dictamen de la Corte Constitucional respecto al plebiscito. Y por si lo anterior fuera insuficiente, pocos días después, a través de su vocero Carlos Antonio Lozada, lanzaron lo que bien podría denominarse un golpe en profundidad contra la disyuntiva paz-guerra al sostener que “nosotros estamos esperando el pronunciamiento de la Corte. Consideramos que en esta consulta debe ganar el pronunciamiento masivo de la refrendación de los acuerdos, pero si gana el NO, no significa que eso tenga que dar al traste con el proceso, porque la paz como derecho síntesis no puede llevarnos a tomar la decisión de continuar una guerra tan dolorosa”. En fin, el lector juzgará cuál de los tres actores ha asumido mejores posturas en aras de la pacificación.
Lo cierto es que el medio ambiente político en torno al plebiscito ha ido mejorando porque el falso dilema de paz o guerra se está desvirtuando y en consecuencia para que los argumentos de la campaña del plebiscito que prende motores sean creíbles y no polarizantes deberán girar alrededor de si el acuerdo conviene al país o se hace necesario re-encauzarlo. De esta manera los colombianos podremos votar a conciencia.