Papa “Pacho”
“Lo sentimos como nuestro”
La condición latino-Italiana del cardenal Jorge Mario Bergoglio obviamente coadyuvó en la ventaja requerida para convertirse en el sucesor del Trono del apóstol Pedro, a lo cual se agregaron su fuerza electoral del cónclave anterior en el que igualmente participó y fue parcialmente ganador; su habilidad política que aunque niegue ejercerla, la tiene; su formación intelectual de jesuita reconocida por los clérigos de su comunidad; como supuestamente también, el guiño de su antecesor.
Factores que hicieron posible que esta dignidad reservada siempre para los europeos pasara a manos, por primera vez en la historia, de un cardenal del continente americano donde habita cerca del 50 por ciento de los católicos del mundo, estimados en mil doscientos millones.
Fue así entonces, como el día en que la gaviota se posó sobre la chimenea y salió humo blanco, tuvimos nuestro Papa.
El Papa Francisco, en honor a San Francisco de Asís quien ayudó a los pobres y llevó un modo de vida sencillo.
Francisco o “Pacho” como se les dice, es un Papa que sentimos como propio, que nos inspira confianza, habla español, creció en medio de problemas comunes a los nuestros, particularmente el de la inequidad social y el de la extrema pobreza, le gusta el fútbol y hasta novia tuvo de joven.
Así mismo, confiamos en que pueda venir a Colombia con más frecuencia que los anteriores.
Eso dice espontáneamente la gente buena, la gente católica de nuestro entorno.
Y mientras los argentinos en medio de su euforia ahora tienen otro motivo para creerse más importantes que el resto de los mortales, el Papa por el contrario viene dando muestras de sencillez, sobriedad y modestia.
Un Papa con poder de convocatoria y con la gran responsabilidad de evangelizar para dar ejemplo al mundo. Un Papa que ha comenzado bien al romper esquemas tradicionales y defender la naturaleza esencialmente espiritual de la iglesia.
Un Papa que tendrá que encarar los motivos que produjeron la renuncia de Benedicto XVI, supuestamente por complejos asuntos al interior de la curia romana y que lo obligarán a tomar medidas drásticas; a ponerle orden a las divisiones internas, intrigas e intereses de toda índole, y a darle a la iglesia católica el rumbo que requiere, definida por él mismo como “el pueblo de Dios que camina hacia el encuentro con Jesús".