Carlos Alberto Estefan Upegui | El Nuevo Siglo
Martes, 24 de Marzo de 2015

“Quienes se dedican a un mismo oficio pueden agremiarse” 

LOS DERECHOS

Gremialidad y política

 

“(...) Todo  recto ordenamiento social debe basarse en que las sociedades intermedias entre las personas y el Estado, libremente generadas y conducidas por sus integrantes, cumplan los fines propios y específicos de cada una de ellas. No otros”.

Es esta una definición  de la cual se infiere, que quienes se dedican a un mismo oficio pueden agremiarse libre y espontáneamente para mediar ante el Estado por sus derechos y  “...cumplir con sus fines propios y específicos”.

Jaime Guzmán, ideólogo del gremialismo, dice que “el fundamento doctrinario de este se apoya en cuatro principios fundamentales:

1. Reconocer al ser humano, poseedor de una dignidad inviolable y de un destino trascendente.

Tanto su ser, como su fin son superiores al de cualquier sociedad de orden temporal.

El hombre es capaz de agruparse para poder realizarse como persona.

El Estado, en consecuencia, debe estar al servicio de la persona y no al revés.

2. Toda institución humana tiene una finalidad propia y específica.

Cada agrupación humana puede determinarse objetivamente, sin necesidad de recurrir a ideología política alguna.

3. Toda sociedad por definición es apta para alcanzar por sí misma esa finalidad propia y objetiva y encaminarse libremente al propio fin específico.

4. Tanto las ideologías como los partidos políticos han de situar su acción a nivel de la conducción del Estado”.

No obstante Guzmán hace la salvedad de que también “es perfectamente posible que hayan existido gremialistas con actuaciones doctrinariamente irresponsables e inconsecuentes”.

En ese orden de ideas, al asumir la responsabilidad de dirigir un gremio, no puede ser que dicha designación sublime y honrosa se aleje de su obligación de estar al servicio de todos a quienes se representa y pasar a actuar en causa propia o en “permanente compadrazgo entre intereses particulares, donde los más poderosos pactan siempre en desmedro de los más débiles".(Guzmán, Jaime, El gremialismo y su postura universitaria).

Entonces, remontémonos a la época en que los gremios en nuestro país eran fuertes.

Hubo momentos en los cuales el principal referente para definir la política pública eran los organismos gremiales, a los cuales el Gobierno respetaba y les confería la importancia que les corresponde.  Encontraba en ellos la forma de articular sus problemas con las soluciones. Escenario este dentro de un marco de objetividad y ecuanimidad y con un limpio acceso a las oportunidades. ¡Eran otras épocas...!

Entre tanto, la exclusión, el privilegio de atender a unos y dejar por puertas a otros; como  el desconocimiento de la importancia de uno cualquiera de los gremios frente a los demás, cambia las reglas de juego; se evidencia el descontento y es cuando uno de los principios atrás señalados nos recuerda que hay que reconocer al ser humano como poseedor de una dignidad inviolable y de un destino trascendente.

Dadas las anteriores circunstancias, la indiferencia del gobernante ante hechos palpables y concretos, llega a convertirse en un motivo más para unir el gremio y congregarse alrededor de una misma causa. Razón por la cual cabe la pluralidad política (*) en torno de los mismos problemas y los acuerdos a que pueda llegarse con el mismo fin.

 (*)“En su raíz filosófica está la idea de admitir que un mismo problema tiene varias soluciones. En política se lo emplea en dos aspectos: como pluralismo ideológico, implica reconocer la legitimidad y legalidad de la existencia en una misma sociedad de diversas ideologías, es decir, de diversas visiones y planes sobre el sentido de la convivencia y las metas de la acción colectiva; y como pluralismo de intereses implica reconocer, no solo su existencia, sino también la necesidad de una compatibilización transaccional entre ellos en el seno de la sociedad”.