Ineficiencias inadvertidas
Mientras los columnistas en general nos dedicamos a comentar asuntos relacionados con episodios sobresalientes de la vida cotidiana; aquellos que se notan, que están de moda, que tocan con la política y el Gobierno; considero que desde otros escenarios del nivel funcional u operativo también hay de qué hablar. Mucho más siendo allí donde radica fundamentalmente la mayoría de las ejecutorias y resultados que el país debe alcanzar con la más alta eficiencia.
Son casos que pasan inadvertidos y que no por ello son menos importantes. Mientras la opinión pública se ocupa en los titulares que dan cuenta de grandes realizaciones hay organismos del Gobierno que adolecen de fallas que nadie se atreve a mencionar y que solo se hacen evidentes si algún ciudadano toma por su propia cuenta la iniciativa de hacerlas notar. Son situaciones que pareciera escapan a las evaluaciones sobre indicadores de gestión.
Por eso, en mi condición de dirigente gremial tengo la obligación de plantear muchos de ellos, siendo este uno de graves consecuencias. Me refiero con todo respeto, al Instituto Colombiano Agropecuario -ICA-. No sin antes expresarle nuestros mejores deseos para que encuentre una solución tan pronto le sea posible.
Veamos de que se trata:
Es el ICA un organismo oficial que le corresponde la prevención, vigilancia y control de los riesgos sanitarios, biológicos y químicos para las especies animales y vegetales. Asimismo es su función ayudar a proteger la salud de las personas, los animales y asegurar las condiciones del comercio; como “ejercer el control técnico de la producción y comercialización de los insumos agropecuarios, (...) con el fin de prevenir riesgos que puedan afectar la sanidad agropecuaria y la inocuidad de los alimentos en la producción primaria".
Sin embargo, como ya lo anotamos en esta columna hace un par de semanas, la primera etapa del primer ciclo de vacunación del hato colombiano en 2015 contra la Fiebre Aftosa, debió someterse a cambios porque el número de dosis de vacunas disponibles "no fue suficiente...". Entre tanto, la vacunación contra brucelosis, otra muy delicada enfermedad del ganado, también debió sufrir el rigor del aplazamiento de la anterior, por efectos prácticos y de costos, toda vez que su aplicación se lleva a cabo simultáneamente con la de aftosa.
Y como si fuera poco, ahora “otra pata le nace al cojo”, pues al parecer, según el organismo de inspección con el cual se tramita la certificación en brucelosis, “en el ICA no hay antígeno para realizar las pruebas pertinentes”, lo cual trae como consecuencia que una gran cantidad de predios no puedan obtener su recertificación, quedando en veremos el control sanitario señalado en la norma, afectando el valor final de la leche y consecuentemente el ingreso de los ganaderos, porque sin certificación no hay bonificación en el pago.
Recordemos también que la brucelosis es una enfermedad zoonótica o sea transmisible al hombre; tema que obviamente, da para mucho más de que hablar.