CARLOS ALBERTO ESTEFAN UPEGUI | El Nuevo Siglo
Martes, 10 de Junio de 2014

La paz con z

 

Si bien, la condición primigenia de un buen periodismo es la objetividad y consigo, la responsabilidad de saber informar sin distorsionar la verdad, no para confundir o manipular la opinión.

Por eso hemos querido en esta columna poner de manifiesto el desconcierto existente en el electorado colombiano a instancias de la contienda por la Presidencia de la República, emocionalmente  solo en el antagonismo de la guerra o la paz, y en el contra discurso o la contrapropuesta frente al “indeseable” rival de una u otra parte.

Confrontación personal, simpleza visceral, agravios y respuestas inspiradas en el contrapunteo, llegándose al extremo de  enajenar las posibilidades de paz a un solo candidato, tanto que ha llegado a volverse sagazmente sinónimo de Santos.

Responsabilidad de quienes dirigen las campañas e inspiran el mensaje publicitario de las mismas, como de la prensa que ha tomado partido.

Entre tanto, el  anuncio de Zuluaga quien se ha dejado encasillar en el sinónimo de guerra, parece que también es de paz. Dice él que se trata de una paz “con responsabilidad”; pero no se ha sabido plantear por quienes manejan su campaña, tanto que aún quedan dudas sobre lo que pueda estar pensando su mentor el expresidente Uribe. He ahí el dilema.

Pues bien, hoy en procura de esa objetividad periodística que hace este oficio digno y respetable, me voy a referir a algunos apartes de un escrito de nuestro colega y amigo José Félix Lafaurie, quien hablan de la Paz con Z o sea, la Paz con Zuluaga.

Dice el doctor Lafaurie que su voto será por la paz, que no equivale a hacerlo por  el presidente-candidato Juan Manuel Santos, ya que según dice,  la paz que se negocia en La Habana es sobre las condiciones extorsivas  de las Farc; o sea, a espaldas del país y sin dejar de asesinar policías desarmados, volar oleoductos, reclutar niños, extorsionar, producir drogas y traficar con ellas, amén de otros delitos.

Además, porque  siendo  una cuestión de meses, lleva dos años, faltando aún los puntos más críticos; y las salvedades que han quedado para el final son desacuerdos irreconciliables. También porque se trata de una impunidad total disfrazada de opciones insólitas como el “trabajo social” para pagar delitos de lesa humanidad; lo cual equivaldría a ver a “Timochenko limpiando parques, cuidando ancianos o ayudando a dirigir el tráfico”.

Por eso, dice  José Félix Lafaurie se debe buscar una paz digna en que se pueda creer, con perdón y reconciliación pero sin impunidad; una paz que preserve nuestras instituciones y no las negocie como pago extorsivo para acallar los fusiles.

¡La palabra la tienen ustedes, amables lectores…!