CARLOS ALBERTO ESTEFAN UPEGUI | El Nuevo Siglo
Martes, 27 de Mayo de 2014

PRIMERA VUELTA

El desconcierto electoral

El  desconcierto de los electores en la contienda por la Presidencia de Colombia comienza por preguntarse si no hay paz entre los candidatos cómo pueden lograrla luego de ser elegidos.

En la palabrería superficial inspirada en la réplicas y contrarréplicas, dejándose impresionar por la habilidad de sus respuestas y la capacidad para esquivar preguntas tan absurdas como las de los debates en televisión.

Tanto que los resultados del pasado domingo no eran los esperados no porque la segunda vuelta no fuera a terminar siendo entre Óscar Iván Zuluaga y Juan Manuel Santos, sino por el orden en que quedaron todos los candidatos. Para comenzar, si bien se creía que la diferencia entre los dos primeros iba a ser poca como lo fue, se pensaba que ganaría  Santos por las obvias ventajas que le confiere el poder.

Tampoco se esperaba que Enrique Peñalosa fuese a terminar de último, tanto que llegó a estimarse para él una votación superior a la obtenida en la consulta del Partido Verde.

Igualmente difícil era creer que con la colectividad conservadora dividida, Marta Lucia Ramírez, a pesar de ser una excelente candidata, llegase a ocupar un tercer lugar. Sin embargo, lo logró y le dio  una buena lección al Partido Liberal que no tuvo candidato propio, apareciendo más bien diluido y tímido en medio de una alianza política cuyo triunfo en la segunda vuelta está por verse.

Y en cuanto a Clara López, de los mismos López del Partido Liberal pero en el Polo, le fue mejor de lo que se creía, a pesar de no haber contado con el apoyo unificado de la izquierda.

Entre tanto, durante el desarrollo de la campaña irresponsablemente planteada sobre el parangón de la paz o la guerra, el desconcierto estuvo entre quienes sin gustar de Santos se vieron en la necesidad de darle su voto a la paz; si es que no fue también en contra de Uribe.

Así las cosas, nada diferente a los agravios y los defectos entre sí, les queda a los ciudadanos de los candidatos en contienda, y muy poca esperanza de encontrar en ellos la respuesta a las múltiples necesidades de un país pródigo en riquezas naturales pero mal administrado, con privilegios para unos pocos y con una inmensa brecha social.